Reconozco que duele enamorarse, pero tiene tantas cosas de por medio que hay que aprender a atesorar para darle significado al pesar de una ruptura.
Reconozco haber pasado por un sin fin de sonrisas escapadas inconcientemente, haber disfrutado de sus alegrías, algunas provocadas por mí, sentí algunos abrazos en la inmensa distancia, algo recurrente y difícil de explicar, brillaron lagrimitas de emoción, descubrí coincidencias en alguien a quien no sabía que podía conocer y en un mundo en el que no existen ni rostros ni expresiones.
Reconozco el pesar dentro de mí, la pérdida de la oportunidad de conocer a fondo a alguien que merece lo mejor de mí, por su forma de ser, por sus actitudes y su calidez.
Viviendo donde el tiempo transcurre en silencio dentro de la rutina sin sentido, me encuentro y me extravío cada día de manera diferente pero sin salir de la inercia cotidiana.
Descubrí que si no escribo las palabras, éstas germinan en mis sentimientos y confunden a mi tonto corazón llenándolo de fuertes impulsos y deseos indescriptibles.
Descubro que sigo intentando sentir amor, y soy feliz, en todo aquello que parece ser más, hoy soy feliz.