Besos de mis labios comvulsos nacen.
Ríos de mis virgenes desiertos de arena.
Nectar, de la rosa que siempre saben,
mis ojos en tu alma, mi sangre en tus venas.
Mis retoños de palabras bifurcan en el eter
el pan y la semilla que convergen a tu velo;
el niño que ungiste mi devoción añora
cuando entre miles de estrellas es solitario su vuelo.
Cataratas abismales es mi vida sin tus sueños;
musgos de manantiales es mi alma ante el dolor;
pupílas ofuscadas en la orilla de tu seno...
Alondras silenciadas, más silenciadas sin tu amor.
Si las voces me convocan más allá de la fantasía
es el sueño milagroso que de tu espíritu partió
hacia el recóndito misterio que oculta el alma mia;
hacia el pensamiento sagrado que tu huella iluminó.
Si en el ocaso de mi existencia es más hondo mi querer,
es el fruto de tus manos que besa mi corazón
y abriendo los capullos me deja adormecer
en cama de rosa y seda, en sueño de fino amor.
Lirios, de mis nieves eterna manan.
Manos, de los abismos que erigieron mi ayer.
Nectar, de la rosa que siempre saben
mis lagrimas en tus ojos, mi cuerpo en tu mecer.
Mi retoños de palabras bifurcan en el eter
el polen y la savia que convergen a tu flor...
Si a través de mi existencia he sabido que te he amado,
a través de tu existencia he bebido de tu amor.