“Dios nace y muere con nosotros.”
Cuando el ser humano comienza a dar sus primeros pasos en nuestra Historia, nos percatamos de la “necesidad” de creer en algo supremo a si mismo. La fuente de tal necesidad no nace por mero egocentrismo del ser propio, si no más bien, por la necesidad de expresar sus pensamientos acerca de temas variados debido a las circunstancias que se le puedan presentar en la vida.
Muchas veces nos hemos cuestionado de dónde nace todo, y para que muere, hacia dónde vamos nosotros después de cierto plano como la vida y hacia dónde se dirigen las cosas que nos rodean luego de cierto traspaso del tiempo. Pero, ¿por qué mejor no ampliar la visión humana y percatarnos que nada es tan certero como nosotros creemos que es?, ¿y si mejor pensamos que todo ya está y que sólo nosotros con nuestras mentalidades somos los entes efímeros y no la naturaleza? . Si nos situamos en tal situación, nos percatamos que la verdad de la materia es completamente certera: “la materia no se destruye, solo se transforma”, en realidad Dios es la excusa para encontrarle justificación a nuestros actos, ÉL nace y muere con nosotros, si ampliamos la visión hacia nuevos horizontes, nos percatamos que en realidad todo ya existe, que el tiempo es eterno verdaderamente, pero los tiempos no. Entonces proviene la pregunta siguiente: y si todo siempre ha estado, ¿quién o qué es Dios?, pues bien, Dios es la proyección de nuestras esperanzas que se transforman en milagros cuando las pensamos con verdadera fuerza del querer, y le atribuimos tributos divinos fuera del alcance de lo que puede ser. Dios padre, que estás en los cielos, solo es la mente y el ser mismo que se refugia tras los sentidos de lo que realmente anhelamos en ciertas circunstancias que la vida nos ofrece. La creencia del ser humano es un tema muy complejo de tratar, por las diferentes culturas que nos han atravesado desde pequeños, o por los desencantos que se puedan sufrir, o por el fuerte aferramiento de una creencia determinada, lo que no está mal, y tampoco está bien, son solo percepciones que cambian en cada segundo al mundo que nos rodea, y al mundo interior que vamos creando según nuestras vivencias.
Entonces comprendemos que nada depende del destino, y que esto llamado de tal forma, es solo el resultado de pensamientos que van variando según los procesos de cada gente, pero se debe tener cuidado, aunque dependa de nosotros como seres individuales, el pensamiento viaja por el tiempo, y por los vientos, lo que significa que cada movimiento del mundo se ve afectado por los acontecimientos que nos van rodeando y por cómo somos capaces de recepcionar cada momento. Querer no siempre es poder, a veces hay que obrar según lo más sano, lo más prudente que puede ser para todos, el bien no solo se piensa de forma individual, se piensa de forma central también, empezando por uno abarcando al resto, claro, que en cualquier sentido en donde nos dirijamos, siempre saldrá alguien perjudicado, pero no para mal, solo el dolor necesario para poder aprender y afrontar las siguientes situaciones que se van presentado a medida que transcurre el tiempo y las visiones. A medida que vamos abordando todo esto de la percepción, nos damos cuenta de que el mundo exterior está ligado directamente con nuestros actos, cada movimientos y pensamiento que se va cruzando es una nueva visión que va siendo interpretada, transformada y hasta degenerada por los sucesores o antecesores de nuestra especie humana.
A través de lo escrito anteriormente, nos damos cuenta que Dios es la interpretación del ser mismo, como proyección de los sentidos, en donde su legado es solo ser el que es, y en eso se basa su gran fundamento, el cual nos lleva por un mismo sendero, el poder conocernos y aportar o involucionar las visiones, pero al fin y al cabo, hasta las involuciones que sufre la especie humana son evoluciones, aunque suene contradictorio, cada paso parado en el camino es el detener el caminar, pero el avanzar al pensar, para ver todo lo recorrido y dirigirnos hacia nuestro punto de partida, pero para empezar distinto y con nuevos objetivos y desvíos también. Y el que involuciona, no retrocede, solo se queda marcando el mismo paso al no comprender sus situaciones, que algún día tendrá que comprender para avanzar como el resto, nunca se sabe hacia que dirección van todos los sentidos, muchas veces pensamos que lo debido es lo correcto, pero no siempre es así, lo debido también nos puede desfavorecer según la circunstancia, es por eso que se obra según la situación que nos rodea en el momento. Somos el producto de nuestra propia ecuación.
La prudencia de nuestros actos no siempre se basan en el “bien”, solo hacemos lo que creemos preciso y correcto según nuestras creencias en el momento.
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