Las reglas de una democracia en decadencia.

Hace algunos años escuchamos y quedó grabada en nuestros corazones, mentes, (o donde se suelen grabar estas cosas), una frase que mas allá de las inclinaciones políticas y partidarias, nos brindaba la posibilidad de creer en el futuro.
Un presidente constitucional, el primero de éste torturado tramo de 20 años nos dijo... “Con la democracia, se come, se cura y se educa”.

La mayoría, con los ojos llenos de lágrimas nos volcamos a creer en esta sentencia, olvidando tal vez que éramos, entre todos, los garantes de su cumplimiento.
Podemos asegurar a la vista de la realidad que nos golpea todos los días, que la Democracia, tal como la entendemos y practicamos, ha dejado de ser un sistema de gobierno para transformarse en un sistema de Comercio...

“Con la democracia..... se negocia..”. A alguien le cabe hoy alguna duda ?
Este negocio identifica a la NECESIDAD como uno de sus mayores productos de cambio, y la hace circular, y la manosea como se manosea una moneda. El hambre habita hoy en los bolsillos de los “comerciantes” o en sus alcancías de campaña... que son rotas cuando no se llega a “comprar” con su carisma o propuestas de gobierno, el tan preciado beneficio de la transacción: La legitimidad pública de hacer lo que se quiera, como se quiera y para quien se quiera.
Presenciamos con resignación la gran “liquidación” de ideales, ideologías e ideas, renegando de la historia y llevando como lema la tristemente famosa creencia de que “el fin justifica los medios”, imponiendo a cada cosa un precio.
Se compran y venden cargos, responsabilidades y hasta alguna que otra libertad inmerecida. Se limpian los nombres y se adquiere “consenso” a través de las leyes del libre comercio político que practican nuestros representantes cotidianamente. Esta parodia nefasta de lo que la verdadera democracia garantiza, pone la esperanza a plazo fijo, obteniendo beneficios instantáneos de una promesa que, sabe, nunca llegara a concretarse. Somos prisioneros de nuestro desinterés.

Hace poco, elegimos democráticamente, a nuestros representantes. Será hora tal vez, de que las encargados de dirigir nuestros designios comprendan, y que entendamos también los argentinos, que el futuro se construye entre todos, que los consensos se alimentan de TODAS las opiniones y que el país que queremos se logra a partir del compromiso de cada uno.

Desvestirnos de la intolerancia y abrazarnos a la coherencia personal y comunitaria, ya sea para apoyar un acto positivo, o defender nuestros intereses ciudadanos a capa y espada, es la única manera de que venzamos los pronósticos que día a día sumen a nuestra querida nación en una atmósfera de agria resignación.

Necesitamos de un compromiso mucho mas profundo que el de simplemente introducir un voto en la urna para reconstruir, de una vez y para siempre, la verdadera democracia, la que nos sirve a todos por igual, la que no traiciona, la que, a pesar de las heridas, no se rinde.

*Artículo para la revista de opinión ADN
*Los argentinos , o los que conocen nuestra situación , sabrán entender