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Inicio / Cuenteros Locales / Keiji / 103) Encuentro relativo.

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Un día en que paseaba por mi ciudad natal, en la cual por cierto no he vivido desde hace ya más de diez años, decidí encaminarme hacia mi antigua casa, un departamento que seguramente estaría ocupado por alguien más, una familia o un matrimonio, hasta un soltero quizá.

Como de costumbre la puerta de acceso del edificio estaba cerrada, di una vuelta por el barrio y pasé de frente a mi antigua escuela, que por ser fin de semana estaba más que cerrada, vacía.

Regresé un tanto esperanzado a encontrar de paso la puerta abierta o de menos ver una cara que me resultase familiar, en vista del poco éxito obtenido opté de plano por sentarme en la banqueta a esperar a que algún inquilino saliera y así poder aprovechar para entrar yo, por lo menos a ver la puerta de mi antigua casa, o subir a la azotea donde mi hermano y yo subíamos a tender la ropa.

Casi de inmediato después de sentarme salieron por esa puerta dos niños un tanto molestos, uno de ellos que se veía era el mayor de los dos, le dijo al más pequeño que se sentara a esperarlo en lo que el iba a ver si encontraba a un vecino con el cual jugar.

El niño parecía tener unos 10 años y el mayor no pasaba los 13 con seguridad, total que el niño se sentó al lado mío sin reparar siquiera en mi existencia, se puso casi de inmediato a lanzar piedras a un poste.

Yo, al notar que le atinaba la mayor parte de las veces, me atreví a abrir la boca para decirle que tenía buen tino, el volteó a verme y me preguntó si quería intentarlo, para lo cual me extendió la mano con una piedrita en la palma.

Primero me negué, pero al pensarlo bien, agarré una piedrita y la lancé atinando en el primer intento, así seguimos los dos callados, lanzando piedritas negras, grises y rojas que encontrábamos en el suelo tiradas.

Al verle el cuello al niño noté que le colgaba del cuello una sola llave atada a un cordón azul claro, ello me recordó como llevaba yo siempre al cuello una llave similar cuando era un niño como de su edad.

Rompiendo de pronto el silencio el niño me preguntó si sabía yo que era la relatividad, a lo que de modo atropellado y en vano intente certeramente contestar, se me quedó viendo como extrañado de mi falta de destreza para lograr manifestarme y procedió a decirme lo que entendía él por relatividad.

Una vez terminada su sencilla y entendible explicación de la teoría de Einstein acerca de la relatividad, me preguntó que edad tenía yo y cuales eran mis expectativas cuando yo tenía su edad, diciéndome que tenía 10 años.

Sin darme tiempo de contestar, procedió a decirme que se imaginaba que a mi edad él tendría un buen trabajo, no sabía cual pero seguramente bien pagado, con una linda esposa y dos niños, un coche pequeño pero bonito y un gato.

Luego de terminar y sin darme de nuevo tiempo de intervenir, me preguntó a qué me dedicaba, cuanto ganaba y si estaba casado con una linda chica, si tenía o no hijos y cuantos, si me gustaban los gatos y si sabía manejar y si obviamente tenía un coche.

Le contesté que aún a la edad de 25 años continuaba siendo soltero, desde luego no tenía hijos ni una linda chica siquiera como novia, le dije que en efecto me gustaban los gatos pero tenía dos perras en la casa de mi madre donde aún continuaba viviendo.

Que seguía estudiando y trabajaba de ayudante de Chef en un restaurante no tan conocido como quisiera y ganaba regularmente bien, no tenía auto y sí, sabía manejar.

Me dijo que lo sentía por mí, y dando por concluido nuestro encuentro, se paró de inmediato al escuchar el grito de su hermano mayor, se alejó corriendo y al perderlo de vista al doblar la esquina de la calle en la cual acostumbraba yo jugar de niño, no tuve más remedio que seguir caminando rumbo a la estación del metro, fue entonces que entendí la relatividad de las cosas.

Texto agregado el 08-04-2005, y leído por 166 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
09-05-2014 Que divertido!!! Me encantan las historias de niños... tan ingenuos, sin conciencia del tiempo y el espacio, sin esa prisa patológica que nos infecta cuando nos hacemos grandes. Lindo cuento!!! pherenike
31-05-2006 Muuuuuuuuuuuyyyyyyyyyyy, bueno. Este es de mis favoritos, no sé por que pero lo he leído varias veces. (Yo siempre he querido 2 hijos varones, ¿qué pensaba yo que sería cuando tuviera 21 a la edad de 10 años? creo que me propuse el trabajar cantando, jaja o algo así) andyengel
 
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