Acércate pequeña, mi alma es sobria
y de amor entiende, del amor terreno,
tu amor es el más altivo y más bueno.
Pedirá los besos de tus labios,
beberá en tu vaso de cristal,
el vaso es frágil y ama lo inmortal.
Acércate pequeña, sin recelos...
y ofréndame la gracia de tus manos,
no habrá en mi antojo pensamientos vanos.
¿Quieres ir al parque con un libro,
un libro suave, de belleza lleno?
Leer podremos algún trozo ameno.
Pondré en la voz la religión de tu alma,
religión de piedad y de armonía,
que hermana en todo con la cuita mía.
Te pediré me cuentes tus temores,
y alguna historia que por ser añeja
nos de el perfume de una rosa vieja.
Yo no te diré de mi mismo,
porque no tengo flores perfumadas
que pudieran así ser historiadas.
El cofre y urna de mis sueños idos,
no se ha de abrir cesando su letargo,
para no mostrarte el contenido amargo.
Todo lo haré buscando tu alegría
y seré para ti tan bondadoso
como el perfume aquel tan hermoso.
La invitación está,... sincera y noble.
¿Quieres ser mi compañera y buen abrigo,
y compartir tu amor sólo conmigo?
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