Secreto de confesión.
Dentro del confesionario estaba el sacerdote de los ojos verdes. Luis se arrodilló frente a la ventanita que estaba cubierta de delgada tela morada.
-Padre… deseo confesarme…
-En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…di tus pecados y arrepiéntete de ellos hijo mío.
-Padre. Luis hizo una pausa.
-Me acuso de odiar intensamente… De desear la muerte de un prójimo…
-¿Hijo, porque habrías de desear la muerte de alguien?
-Porque a traído la desgracia a mi casa…
-Ningún motivo es tan poderoso como para quitar la vida a un semejante…
-Padre, un hombre ha seducido a mi hermana, mi hermana menor…que apenas ha cumplido los quince años…
-Debes estar muy lastimado, pero debes reflexionar y sacar de tu alma ese sufrimiento…El perdón es la expresión máxima del señor...
-No padre, no puedo perdonar a ese animal… Mas aun…He decidido matar, no puedo evitarlo… Tengo que castigarlo para estar en paz…
-Hijo, nunca estarías en paz, el remordimiento te atormentaría tarde o temprano…
-Eso no me importa, matarlo es lo que mas deseo en este mundo, que pague por lo que hizo…a mi hermana. Le mataré mañana en la mañana, ya lo he decidido… Solo he venido a confesar mis motivos por el crimen que cometeré…Mi hermana no merecía que le hicieran eso, le han engañado y han abusado de ella…
-Hijo, debes ahogar esos deseos de venganza, quizás el hombre que lo hizo se haya arrepentido o esté dispuesto a reparar su falta…
-¿Reparar su falta?....vamos Padre…Dime, ¿Estarías dispuesto a renunciar al sacerdocio para casarte con mi hermana?... con mi hermana Rosita…
Se hizo un silencio total.
-Contéstame cabrón…
-Tú eres Luis…
-Si, soy Luis el hermano de Rosa y te mataré mañana…en tu altar… lo vas a pagar delante de todos…
-Oye Luis, con ello no vas sino a empeorar todo, irías a la cárcel y destruirías a tu familia…
-No cabrón, ¡tú ya nos has destruido a nosotros…!
-Espera Luis, déjame explicarte…
-No, ¿que explicación puedes dar?....
-Lo que sucedió es que yo estaba fuera de mí y no fui dueño de mis actos… además nunca usé la fuerza, ella………
-¡Ah que chingón eres!… ¿y la sotana que traes… no significa nada?...
-Luis, yo también soy un humano, también soy un pecador…
-Jajajajaja…
-Mira Luis, cálmate, debemos hablar más tranquilamente…
-¿Hablar, de qué?, ¿de su embarazo? ¿De cómo se va a llamar al niño?
El sacerdote salió del confesionario. Miraba si alguien más había escuchado los gritos de Luis. Éste seguía de rodillas.
-Luis, vamos a mi oficina…
-No padre…. aquí acabó todo…
En ese momento entraban seis agentes de la Procuraduría acompañados por un Notario Público y funcionarios de la Comisión de Derechos Humanos. El obispo había declinado la invitación.
Texto-Ficción. Derivado de los documentos
Difundidos por la Prensa Mundial en fechas recientes.
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