MONÓLOGO.
calara.-

¡Cuán sincero eres, amigo de mi vida!
(¡Indiscreto!)
Siempre me ha dolido que tengas la razón.
(¡Irreverente!)
Me has mostrado lo que me caracteriza,
(¡Sin respeto!)
Y nunca le has temido a mi reacción.
(¡Qué valiente!)

Pero no has tenido cuidado de dañarme.
(¡Indolente!)
Te ha importado casi nada lo que siento.
(¡Insensible!)
Me has dicho que me estoy envejeciendo.
(¡Insolente!)
Estás llegando demasiado lejos.
(¡Incorregible!)

Ni porque eres de frágil compostura,
(¡Temerario!)
te has ido con mesura en tus decires.
(¡Irreverente!)
Hasta me has llamado: “vieja criatura”.
(¡Exagerado!)
Mas, yo nunca te he pedido que me admires.
(¡Impertinente!)

Pero, si no fuera por ti y por tu franqueza,
(Leal amigo.)
no sabría lo que soy ni lo que he sido.
(¡Gran bocón!)
Tus palabras mudas me han herido.
(¡Viperino!)
Pues, han cortado mi alma cual cuchillo.
(¡Bravucón!)

Es cierto que estoy viejo y no lo niego.
(¡En lo exterior!)
Mas, por dentro estoy tan joven cual muchacho.
(¡Eso creo!)
No le cuentes a nadie mis secretos.
(¡So tipejo!)
que me has visto llorando... y mamarracho...
(¡Fiel espejo!)