Nací y crecí en aquel jardín, en él transcurrieron todos los años de mi infancia y juventud, cuando era pequeña, solía decir que tenía el mejor juguete del mundo y así era, en él tenía todo lo que necesitaba, no requería de nada para poder disfrutarlo.
En él circulaban libremente, todos los espíritus de mi familia; mi bisabuela Ana, quien murió muy joven, al momento de dar a luz a su hijo número 25, quien no soportó y también murió a los 3 días de nacido, el espíritu de mi abuelo, solía jugar conmigo, claro que no sabría decir con certeza, si él que me llevaba en carretilla, era él en carne y hueso o era mi imaginación, quien no soportó el dolor después de su muerte cuando yo tenía sólo 5 años; nadie creía, ni podían entender, como una niña de 6 años, podía hablar con su bisabuela muerta hace más de 80 años, pero si se podía, yo recuerdo su ropa, su olor y su figura, la que coincide a la perfección con los retratos en sepia que guardaba mi abuela en el último cajón del aparador, nadie creía y hasta pensaron en llevarme a un médico, creían que estaba loca y que todo era producto de mi imaginación, pero no podían entender ni tampoco explicar, como una niña tan pequeña pudiera comprender la complicada genealogía familiar.
Otro de los espíritus que acompañaba mis días solitarios en el jardín, era el fantasma de mi tía Clara, quien murió a los 7 años, producto de una enfermedad pulmonar, era la única niña entre 11 hermanos, a veces pienso que el destino escribe derecho con líneas torcidas; allí habitaban mis fantasmas, en mi jardín, que solía ser también mi refugio y donde nos confundíamos entre los árboles, allí se mezclaban los olores y sabores que aún recuerdo como si fuese ayer.
Los años han pasado, y aquel jardín que antes hacía mi hogar, ahora ya no lo es más, he regresado de un largo viaje, encontré el pasto largo, lo que producía un aire de desolación, pero con nitidez pude darme cuenta, de que los fantasmas aún habitan ese lugar -que ya no me pertenece-, siguen allí, pero ahora los acompaña mi abuela, al fin se han vuelto a encontrar. No se si esto, es producto de mi imaginación o es realidad, de lo único que puedo dar fe, es que mi jardín sigue siendo el lugar de mis sueños.