¿Qué será hoy?
¿Cómo se desarrollará la jornada?
Es un día gris, decididamente gris.
Casi con seguridad perderé algunas horas
buscando un verso decente, que me complazca.
Pero he de encontrar – lo intuyo – palabras sueltas,
vulgares y opacas, que me provoquen rechazo y dolor.
Luego tendré que buscar mi magro sueldo,
para reponer cigarrillos y algunos alimentos básicos.
Volveré a casa, probablemente balbuceando una canción en la calle,
y me atrapará la esperanza de que ella retorne.
Con la decepción casi ganada, vendrá algún trago (quizás sean tres)
y entonces ya empezará a entristecer la tarde.
En algún momento deberé ocuparme del trabajo,
para desecharlo por desánimo. Habré fumado mucho.
Me propondré ordenar mis cosas, pero otro día, no hoy.
Asistiré a alguna reunión en la cual divagaré
y tomaré el compromiso de las tareas más urgentes.
Entrada la noche, probablemente recurra a otro trago
y a más cigarrillos. Y relativizaré la urgencia de las tareas.
Otra vez me atrapará la esperanza de que ella retorne,
pero ella está ocupada, porque ama su trabajo.
Definitivamente, se oscurecerá la casa.
Y me ahogaré, morado de apatía, en mis propias aguas.
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