En la vorágine de la lavadora hasta al más fiel de los calcetines le ha asaltado alguna vez la tentación de la orgía. A todos se nos debilita la voluntad con la voluptuosidad del espumoso jabón y el suavizante. Y Aunque esos fariseos de los calcetines blancos deportivos, sepulcros blanqueados por fuera y putrefactos por dentro, presuman de monógamos, en más de algún centrifugado se ha sorprendido a un calcetín blanco con sus raquetitas azules bordadas in fraganti con otro de franjas rojas y azules.
El comportamiento animal y atorrante que estos calcetines blancos muestran durante los programas largos no les impide fingir al día siguiente total normalidad con su pareja en el soleado tendedero, dónde se dedican a pasear orgullosos con su pareja y a criticar de promiscuos a los calcetines negros que rara vez tenemos la misma pareja y aceptamos con resignación lo que la capacidad de observación de nuestro dueño y el azar nos haya deparado.