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EL DESIERTO



La luz solar, atraviesa tenuemente los ventanales. Un haz de luz divide la habitación. Recargado contra la pared en un extremo del cuarto se encuentra Román. Su frente perlada por un sudor frío, hace juego con el resto de su rostro presa de pánico y horror. Su mirada fija en el otro extremo de la habitación. Busca algo, busca pero no encuentra. Se sabe seguro de este lado del cuarto, no hay forma de que puedan llegar a mi, piensa, al menos no por ahora.

Su mente comienza a recordar las ultimas horas de su vida. Esas ultimas horas que ahora lo marcan, en las que descubrió y abrió los ojos a una realidad que el creía mera ficción. Ahora esas fantasías que en su infancia había temido y que en su adolescencia había ridiculizado. Ahora sabia que podía ser cierto. Que terrible destino el esperaba. Su mente evoco el recuerdo de Rosa, su prometida, su juvenil rostro angelical le hizo entrar en el recuerdo de esa misma mañana.

Viajaban por la autopista, rumbo a Sonora, la carretera era pesada, pero, era mejor atravesarla temprano, pues a medio día es un infierno atravesar el desierto. Aun así el calor de las nueve de la mañana se empezaba a dejar sentir, el calor había obligado a Román a desabrocharse su camisa y a Rosa a quedarse solo con un top blanco que resaltaba al tono de su piel, de tez morena, Rosa no era muy alta, pero si era delgada y de un rostro que había enloquecido a Román desde el primer momento en que la vio, era la mujer perfecta para Román, quien contaba con una estatura considerable, debido al ejercicio continuo en el gimnasio su cuerpo esta marcado y de un buen ver, diría Rosa. El calor se volvía insoportable y agotador. Algo totalmente inusual a esa hora de la mañana. La carretera estaba desierta. Al costado de la carretera se veían jacales vacíos. No faltaban los niños que estaban a la espera de que un carro pasase para salir corriendo con decenas de trofeos animales para la venta, víboras de cascabel, su piel o su aceite, curas milagrosas para centenares de padecimientos. Jaulas con azores en el interior, una jaula mas grande llamo la atención de Rosa, al pasar junto a ella se percato de que en su interior había una especie de perro, no supo deducir que era, 'Hasta una zorra' dijo Román, 'Ni siquiera eso perdonan, ¿y las autoridades?, ¿donde están?', a Román siempre le había disgustado esta parte del viaje, no toleraba ver a los animales en ese estado.

Dos kilómetros mas adelante Román sintió una imperiosa necesidad de detenerse. Su vista se le empezó a nublar, las manos no le respondieron, su boca se seco de golpe. Orillo el carro y lo estaciono, bajo de él sin mediar palabra alguna con Rosa, que se percato de que algo estaba mal, pero no supo que. Perpleja se quedo al ver que Román se adentraba corriendo al desierto. 'Debe ser grande su necesidad de ir al baño' pensó, y abatió el asiento hacia atrás, prendió el radio y puso algo de música.

'Debo huir, viene detrás de mi' la mente de Román no encontraba razón alguna para quedarse en un mismo lugar, lo sabia, sabia que alguien lo perseguía, pero ¿quien?, esta pregunta lo hizo detenerse de golpe. Su mente se comenzó a aclarar, volvió la vista y vio el carro a unos trescientos metros, pero ¿porque estaba tan lejos del carro?. Trato de recuperar el aliento y ordenar sus ideas. Iba a dar el primer paso para regresar al carro cuando una voz lo detuvo, una voz débil y algo ronca. Intento voltear a ver el rostro de su locutor pero al voltear no había nadie, nuevamente oyó la voz detrás de el, al voltear la vio, una anciana de no mas de un metro y medio de altura, encorvada hasta alcanzar solamente un metro tal vez, apoyada en un bastón grueso y que reflejaba la luz solar, sus ropas roídas y sucias hacían juego con su pelo desalineado y sucio. 'No es un buen día para estar corriendo en medio del desierto' dijo la anciana, 'hay animales peligrosos, que podrían matarlo sin que usted se enterara siquiera'. 'Las víboras no atacan a alguien hasta no sentirse agredidas.' Contesto firme y fuerte Román. 'Las víboras, es lo ultimo de lo que debes temer. Este desierto esta repleto de animales mas salvajes que los que siquiera pudieras imaginar' siguió la anciana, 'Será mejor que tomes tu carro y des vuelta hacia tu hogar. Hoy ha amanecido con el rojo de sangre, y los animales propios de esta región estarán gustosos de comer sangre humana'. Román oyó el chasquido de un cascabel detrás de el. Volteo a ubicarlo, pero no había nada, al voltear a preguntarle a la anciana a que se refería, ella ya no estaba, solo alcanzo a ver una víbora que huía arrastrandose por encima de la cálida arena. Los gritos de Rosa lo despertaron y empezó la caminata de regreso al carro.

Al subir al auto, decidió no contar nada de lo sucedido a Rosa. ¿Como explicaría el salir corriendo? ¿Y la anciana?, Lo mas seguro es que solo haya sido una alucinación. '¿Que tienes?' pregunto Rosa, solo contesto con un leve movimiento de cabeza indicandole que estaba bien. 'Tengo hambre, busquemos un refugio o algo, el calor esta insoportable'. Arranco el carro en busca de un lugar donde descansar, no se dirigieron la palabra en todo el camino. Rosa estaba intrigada pero él absorto en sus pensamientos no lo noto.

La carretera seguía desierta, el sol caía sobre ellos cada vez más fuerte. De repente comenzó a bajar la velocidad, y el sol comenzó a aminorar su tortura. Comenzó a orillar el carro, Para Rosa todo era normal, solo estaba el pequeño detalle de que no había nada alrededor en donde descansar. Pero si eso era lo que intrigaba a Rosa, el panorama de Román estaba mucho peor, con terror veía como eran sus manos las que guiaban el volante hacia su derecha, pero el horror tomo por sorpresa a su mente, pues no era esta la que los guiaba, forzando a su cerebro a actuar de manera distinta pretendía regresar a la carretera. Pero sus pies seguían otras ordenes y comenzaron a estacionar el auto. Román pudo recobrar el control de sus pies, pero el terror lo consumió y solo atino a pisar el acelerador a fondo, estrellandose sin remedio contra de una roca y quedando atrapados en la arena del desierto.

Bajaron del auto, y Rosa no sabia que pasaba. Román estaba actuando muy raro, pero estrellar el carro contra de una roca a mitad del desierto, eso si estaba mal. Le pregunto que era lo que pasaba, pero el no supo explicarlo. Rosa molesta se alejo del lugar, estaba confundida y con temor, comenzó a caminar hacia el desierto. Román aun no sabia que había pasado y eso le aterraba. Al regresar en si, noto que no estaba Rosa, la busco con terror, había desaparecido como la anciana. Comenzó a gritar su nombre, pero no encontraba respuesta, comenzó a correr hacia el interior del desierto.

Rosa se había detenido, estaba mal lo que hacia, Román la necesitaba, estaba confundido mas que ella. Y ella lo había abandonado. Un grito pronunciando su nombre la hizo reaccionar, volteo y vio a Román correr hacia ella gritando como si la estuviera buscando, ella alzo el brazo para saludarlo y decirle que estaba bien, sus miradas se cruzaron, un instante, pero Rosa noto que algo no estaba bien, Román siguió derecho paso corriendo a su lado, gritando y buscando pero no la vio. Rosa no supo que hacer o decir. Volteó esperando que todo hubiera sido una broma, que Román regresaría riendo y le haría saber que fue una broma. Pero Román seguía corriendo con desespero buscandola.

A lo lejos diviso una casa, 'Es grande para que se pueda ver desde aquí', pensó. Se dirigió a ella con la esperanza de que Rosa estuviera dentro esperandolo. Esas son buenas noticias, pensó, la encontrare y ademas tendremos un refugio. Salió corriendo hacia el lugar, pero la casa parecía alejarse a cada paso que daba, así que aumento la velocidad. Después de varias horas de estar corriendo al fin llego a la puerta de la casa, pero era enorme, no era una casa era una mansión, la cual estaba hecha de madera, increíble para el lugar donde estaba ubicada. No había signos de vida alrededor, todo estaba solitario, la fachada de un color azul oscuro hacia juego con el tejado en negro, 'bastante tétrico' pensó Román. Un gran portón negro frente a el se abrió de par en par. Por un momento dudo en entrar, pero sabia que Rosa estaría dentro y que ya habría conseguido comida o algo. Asomo la cabeza, y lo único que vio fue una oscuridad reinante en el lugar. La luz que entraba por la puerta parecía contenida por la oscuridad, como para no permitirle que fuera mas adentro. Era como si la oscuridad tuviera vida. Temeroso, retrocedió un paso. La voz de Rosa hizo eco en el lugar, lo llamaba desde dentro, invitandolo a entrar. Román recobro el valor y haciendo caso omiso del pánico que reinaba en su cerebro, se adentro en la oscuridad. Un frío recorrió todo su cuerpo, una sensación de estar vigilado lo dominaba. Algo acababa de rozar su brazo lo sabia, pero no veía absolutamente nada. Volvió el rostro para ver la puerta, la razón volvió a hacerse en su mente y debía salir huyendo de ahí, pero ya no se veía absolutamente nada. Todo era negro, la oscuridad lo envolvía y jugaba con el. El sonido del portón azotandose le ayudo a ubicar el lugar donde debía estar la salida. Las carcajadas de un ser humano hicieron que su piel se le erizara, noto que la risa salía de todos lados a la vez, era como si el estuviera inmerso en la risa.

La voz de Rosa lo hizo reaccionar, volteo hacia el lugar de donde provenía la voz y vio una puerta entreabierta, de donde salía una luz y varias voces aparte de la de Rosa. Rosa siempre ha sido muy amistosa, ya debió de haber trabado amistad con los dueños de la casa y deben de estar platicando amenamente, pensaba Román mientras se acercaba a la puerta. Al llegar vio una cocina amplia y limpia, el color blanco hacia resaltar el mosaico azul del lugar y los acabados de la mesita y la alacena del mismo color. Al centro una mesa redonda, toda blanca con acabados en azul marino. Sentados alrededor de ella estaban Rosa y un par de mujeres, una de ellas alta y con la cara alargada resaltaba su boca por el rojo intenso de sus labios, la otra se veía un poco menor de estatura, pero sus ojos llamaron mucho la atención de Román, quien se sintió fulminado por ese par de ojos, pero lo que mas resaltaba de ambas era su larga y lacia cabellera de un negro azabache, sus ropas de igual color eran vestidos elegantes, que resaltaban al lado de la mezclilla y el top de Rosa. Pero el lugar no era cálido a comparación del exterior, así que las vestimentas de las mujeres eran apropiadas.

Sin hacerle mucho caso las mujeres continuaron con su charla, Román se paro detrás de Rosa y tocandole el hombro le pregunto que era lo que pasaba aquí, ella ni se inmuto, el siguió insistiendo, pero era como si se encontrara a kilómetros de distancia, al alzar la vista a su alrededor noto que todo había cambiado, las paredes blancas eran ya grises y desgastadas, los muebles estaban viejos y rotos, los focos de las lamparas estaban rotos, fundidos y uno emitía solamente una luz intermitente. Volvió la vista a su amada, solo para percatarse que su mano se posaba sobre el hombro de un cadáver, el fétido olor se apodero de su nariz, decenas de moscas revoloteaban alrededor de el, los gusanos se daban tremendo festín con el cuerpo putrefacto que estaban comiendo, le producían cosquillas entre los dedos cuando pasaban por debajo. Román retrocedió un poco el asco se apodero de el, tenia ganas de vomitar, pero se dio cuenta de que se trataba del cuerpo de Rosa, ¿cuanto tiempo llevaba ahí para haberse descompuesto de esa manera?. En un par de segundos todo el cuarto había cambiado frente a sus ojos todo era distinto, esa paz que reinaba había cedido el paso a la desolación y la muerte. Pero algo aun seguía intacto, las dos mujeres que acompañaban a Rosa seguían ahí, mirandolo a los ojos, Román sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal.

En el acto las dos brincaron sobre el, parecía que volaran hacia el, en el aire una de ellas trato de empujar a la otra, quien la sujeto del cuello haciendola caer, se enfrascaron en una lucha encarnizada, Román aun estaba en estado de Shock, viendo a dos seres que le provocaban tanto temor, enfrascarse en una lucha, entrelazadas, y frente a el lo que parecía ser el cuerpo de su amada en estado de putrefacción, las dos criaturas seguían peleando, arrojandose mordidas, y arañazos, parecían animales, Román se percato de que sus mandíbulas no eran del todo normales, sus colmillos eran mas prominentes del resto de sus dientes, su piel comenzaba a perder el matiz humano y comenzaba a tornarse pálido en exceso, manchas de coágulos debajo de su piel se notaban resaltando del resto de su piel blanquecina con una tonalidad morada, debajo de los ojos se empezaban a formar grandes ojeras, se empezaban a sumir sus ojos, mientras se mataban una a la otra. Román pudo moverse al fin, presa de pánico pudo controlarse y comenzó a caminar hacia la puerta, un alarido lleno de dolor lo hizo volver atrás, vio como la mas pequeña de ambas tenia a su compañera sujeta de manos contra el piso, se las separaba colocandolas a la altura de sus hombros, y su boca estaba clavada en el lánguido cuello de la otra, que emitía un grito lleno de dolor y sufrimiento, la piel se comenzó a pegar a sus huesos mientras que la que estaba absorbiendo su sangre recuperaba el color que había perdido.

Ver esta escena termino por hacer ciertas las suposiciones de Román, Los vampiros existen. salió corriendo del lugar, buscaba un lugar donde esconderse. Al salir de la cocina pudo al fin ver el resto de la casa la oscuridad había disminuido, sus ojos se habían acostumbrado a ella, o cualquier otro motivo podía existir a Román no le interesaba, lo que quería era salir, pero no sabia cual había sido el portón por donde entro. Se encontraba en un largo pasillo, había muebles a los costados del pasillo, todos derruidos y en muy mal estado, el polvo cubría todo cuanto estuviera ahí. No había ni un solo signo de que la luz pudiese entrar en el lugar.

Unas escaleras subían por su costado derecho y tres puertas había del lado izquierdo, al final de pasillo se distinguía lo que parecía ser una ultima puerta, esa debía ser la puerta hacia la sala, pensó. Al instante sintió una ráfaga de aire surcar a su lado, vio como una sombra pasaba derecho al lado de él, inmediatamente después oyó una risa que le volvía a erizar la piel. Una figura humanoide se posaba frente a él, era una figura esbelta y de estatura media, podía suponer que era de mujer por muchas cosas, su delicado contorno así lo sugería ademas de lo que había visto detrás de él. Comenzó a caminar hacia el, mientras susurraba algo. Román no lo pensó mucho e inicio a subir por las escaleras que se derrumbaban detrás de él, al estar a salvo hasta arriba volteo y vio satisfactoriamente como la escalera estaba destruida y que así no tendría forma de llegar a él la mujer. Pero su asombro no tuvo fin cuando vio como la criatura comenzó a subir sin escaleras, estaba levitando. Inmediatamente corrió a buscar refugio, de una patada tiro una puerta y vio algo que le salvaría la vida. Un haz de luz inmediatamente fue hacia el. Desde una ventana entraba ese haz de luz. Afuera era de día lo sabía, pero como salir, todas las ventanas y posibles salida estaban selladas. Solo este haz de luz podía entrar. Cruzo la luz y vio que del otro lado no había nada, estaba todo cerrado, se formaba un cuadro de dos metros por dos metros entre las tres paredes y el haz de luz, ahí estaría a salvo.

Eso ocurrió hace apenas una hora, entonces creía que estaría a salvo así. Ahora se da cuenta de que estaba equivocado. En unas horas la luz solar terminara, cediendo el paso a la oscuridad de la noche. Noche en otras ocasiones reconfortante, fresca y tranquila, seguramente hoy seria su muerte.

Encerrado en dos por dos metros, hace unas horas parecían un amplio refugio, en este momento, la claustrofobia se ha apoderado de él. Intentó acercarse a la fisura por donde se escurría la luz solar, pero al acercar su mano e intentar asir los tablones para desprenderlos, una garra se apodero de su mano, la piel fría y áspera se deslizo y sujetó su muñeca, un juego de cinco uñas largas cual si fueran de algún animal salvaje, la garra lo sujeto jalandolo hacia el otro extremo de la habitación, en un acto reflejo, pudo recobrar el equilibrio y con la fuerza que le dio la desesperación pudo ofrecer resistencia jalando la garra con fuerza, esta siguió sujeta a él, pero al atravesar el haz de luz, un terrible alarido lleno la habitación, los tímpanos de Román parecían reventar ante este grito. Al mismo tiempo, de la garra que sujetaba a Román empezó a surgir una humareda, y un olor inconfundible de piel quemada le llego a sus fosas nasales. Estaba ileso, pero la advertencia ahí estaba, al ceder la luz, al caer la noche, la luz ya no seria su salvación y debería enfrentar su destino.

Tortuosamente pasaron las horas, el tiempo pasaba frente a él, y no se detenía. Sentado con su espalda recta recargada en el muro, miraba fijamente al horizonte, un horizonte de no mas de tres metros, a partir de donde la oscuridad reinaba y de no ser por unos crujidos y risillas, juraría que estaba solo. El sudor perlaba ya su frente, el nerviosismo y el terror se habían apoderado ya de él. No movía ni un solo músculo, solo esperaba, ya sin esperanza la llegada de su muerte.

'Román, despierta!', Rosa le gritaba a su amado, lo meneaba, ganas no le faltaban de darle un par de bofetadas con tal de verlo reaccionar, pero Román fuera de si, solo veía al horizonte, su mirada perdida reflejaba una angustia enorme, un terror indescriptible, como si acabase de ver a la muerte en persona. Bastante trabajo le costo a Rosa localizar a Román, después de haberlo visto pasar a su lado le había perdido la pista, después de horas de deambular por el árido y desolado lugar, lo había encontrado, inmóvil con la mirada perdida, había tenido suerte, nada podía haberle dicho que ahí estaba Román, ni siquiera los típicos buitres revoloteaban sobre el. Después de casi cinco horas de haber localizado a Román, el se encontraba en el mismo lugar, con la misma expresión del rostro. Sentado a mitad del desierto miraba hacia la nada en busca de nada. Una viejecita se acerco a Rosa, tomandola del brazo la separó de su amado, dijo: 'Señorita, este no es lugar para esperar la llegada de la noche. Salgamos de aquí, dentro de poco... La luz se extinguirá.'

Texto agregado el 07-04-2005, y leído por 117 visitantes. (0 votos)


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