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Inicio / Cuenteros Locales / reivaj / El Círculo Negro y la Línea Blanca.

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I El Comienzo.

La línea blanca nunca habría de saber que el círculo negro existía. De hecho, ni siquiera supo cómo ni cuando había comenzado, como una sombra, a invadir su espacio.

La línea blanca jugó primero, se mantuvo a distancia y creó una atmósfera fascinante y envolvente a su alrededor; una atmósfera de livianez impenetrable, deliciosamente insípida e irreal, la que se descubrió, finalmente, que era sólo un invento, una coraza para ocultar sus debilidades.

Llegó la época de tomar aire y de (auto)eliminarse del tiempo real y para esto el movimiento fue hacia el lugar de abajo, cerca de la cueva. Todo estaba bien, corría una graciosa brisa y el ambiente se llenaba de olores y sonidos nuevos... también de formas nuevas. Una de éstas formas era un círculo negro.

El círculo negro me fue cubriendo, de forma gradual pero segura – la presencia de la línea blanca fue una constante aquel día -. El círculo negro volaba, se torcía, se acercaba se a le ja ba... se devolvía, me envolvía y yo, con una fascinación absurda (e irrepetible), lo único que hice fue permitir que el círculo negro me cubriera. Sólo quería hacerme parte de él.


II El Centro.

La luz comenzó a invadir el lugar... todos se movían en un estilo similar. Todos querían ser iguales.

La línea blanca estaba cubierta por una tela. El círculo negro aún cubría gran parte.

La línea blanca no lo sabia, el círculo negro lo presentía.

Pasaron dos, la línea blanca se acercó y se afirmó; se mostró tal como era. Se acercaba más y más a cada momento. La línea blanca ya no era etérea... era real!!!.

Dos más tarde, la línea blanca volvió a ser cubierta por una tela y, cuando esto sucedió, el círculo negro envolvió de nuevo. El Círculo negro, paciente y constante, nunca irreal, comenzó a socavar la recién adquirida materialidad de la línea blanca.

El círculo negro me hizo moverme, subir y bajar; y volvió a cubrirme nuevamente, pero ésta vez con mayor seguridad. Una vez que se aseguró de haber dejado su marca, anunció su retirada... momentánea.

El círculo negro señaló diez de plazo. Había que escoger si línea blanca o círculo negro, aunque el problema era precisamente ese: decidir. El círculo negro deseaba mantenerse y generar estructuras, la línea blanca nunca se imaginó al círculo negro.

El círculo negro deseaba borrar la línea blanca.

Cuando comenzó a pasar el tiempo (los punteros del reloj no hacían sino avanzar), el círculo negro se ausentó, no estaba y la línea blanca no reaccionaba, no lo percibía. Se mantenía asida a su frágil realidad.

La línea blanca le temía a los espacios cerrados, no le gustaban los cuadros de luces, no deseaba rodearse de nada ni de nadie.

El círculo negro hizo una jugada maestra: a pesar de la distancia emitió señales de contacto; la línea blanca, sin estar lejos, esperaba que se las enviaran.
La línea blanca se acercó al encuentro, el círculo negro no podía evitarlo...

La línea blanca no se autopropasó, el círculo negro, sin saberlo, había ganado mucho terreno, sin embargo, hubo un momento en que la línea blanca a través de música consiguió acercarse un poco más, el círculo negro insistía en el contacto lejano.

El círculo negro siempre deseaba volver al origen, al inicio, no quería la separación. El círculo negro disminuyó el plazo y evitó aumentar la distancia.


III El Final.

Sólo faltaban tres para que se cumpliera el plazo cuando el círculo negro colapsó y la línea blanca evitó el acercamiento, no quería inmiscuirse y continuaba autolimitándose.

Cuando la oscuridad comenzó su ritual diario, hubo cinco movimientos hacia la humedad, uno era “el trueque” del círculo negro (la línea blanca nunca lo supo).

Las luces falsas y los vapores lo llenaban todo. La oscuridad quería finalizar su ritual y la luz real deseaba comenzar el suyo, mientras la humedad y los trozos de suelo hubieron de corroerlo todo.

El espiral me envolvía y aún no había llegado la hora de escoger. La música era el único refugio y la luz era la única vía a seguir.

Llegó el tiempo de optar.


IV Más Allá del Final.

Me dejé envolver por el círculo negro... hubo lágrimas blancas.

Texto agregado el 07-04-2005, y leído por 143 visitantes. (0 votos)


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