Cuando partas hacia Ithaca
pide que tu camino sea largo
y rico en aventuras y conocimiento.
A Lestrigones, Cíclopes
y furioso Poseidón no temas,
en tu camino no los encontrarás
mientras en alto mantengas tu pensamiento,
mientras una extraña sensación
invada tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopes
y fiero Poseidón no encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si no es tu alma que ante ti los pone.
Pide que tu camino sea largo.
Que muchas mañanas de verano hayan en tu
/ruta
cuando con placer, con alegría
arribes a puertos nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finos objetos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes, - tantos como puedas-
y visita numerosas ciudades egipcias
para aprender de sus sabios.
Lleva a Ithaca siempre en tu pensamiento,
llegar a ella es tu destino.
No apresures el viaje,
mejor que dure muchos años
y viejo seas cuando a ella llegues,
rico con lo que has ganado en el camino
sin esperar que Ithaca te recompense.
A Ithaca debes el maravilloso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino
y ahora nada tiene para ofrecerte.
Si pobre la encuentras, Ithaca no te engañó.
Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,
comprendes qué significan las Ithacas.
Konstantino Petros Fotiadis Kavafis, poeta griego, parecía estar extremadamente interesado en “la historia griega y muy en especial la del oriente helenístico a través de los historiadores antiguos. Las figuras que más le llaman la atención no corresponden a la Grecia Clásica […] sino a los personajes medio griegos y medio asiáticos del mundo helenístico y bizantino” (Biografía). Esto lo podemos ver reflejado en su poema Ithaca, donde hace alusión al viaje de Odiseo o Ulises para regresar a la isla. Luego de luchar diez años en la guerra de Troya, Ulises parte rumbo a Ithaca desafiando a Poseidón, quien lo seguirá durante diez años poniéndole siempre dificultades en el camino (Odisea; Homero). Sin embargo, el poema de Kavafis nos presenta el viaje como uno lleno de aventuras que nos harán ricos en experiencias. Pero, ¿qué representa en realidad la Ithaca? ¿Poseo yo acaso una Ithaca personal o social?
Podríamos decir que en el caso de Ulises, Ithaca, representa la muerte, por lo cual es entendible que Kavafis le aconseje disfrutar del viaje. Ithaca es la meta donde se centran todas sus esperanzas, sus deseos de ver la patria, la familia, el hogar. Más habiendo llegado es asesinado al poco tiempo por el hijo que tiene con Circe, Telegonus, quien al hacerse hombre desea conocer a su padre y va a Ithaca. Viéndolo en sus tierras, sale Ulises a defenderlas y es atacado por Telegonus que no sabía quién era hasta luego de haberlo asesinado (Circe). “A Ithaca debes el maravilloso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino y ahora nada tiene para ofrecerte” (Ithaca). ¿No resulta un tanto irónico hacer el viaje esperando encontrar placer, fortuna, esperanza en el destino y llegar habiéndolo obtenido en el camino? Más, si tuviéramos que buscar cuál es nuestra Ithaca, ¿qué diríamos? ¿Poseemos una Ithaca social o personal? ¿Pensaríamos en la Utopía de Moro inventándonos una república dominada por la razón o en las aspiraciones socialistas? ¿Centraría mi atención en un plano personal pensando en mi Ithaca, mi meta, como una realización intelectual o espiritual? Yo personalmente tengo mi Ithaca muy definida, es la muerte y lo digo sin querer sonar pesimista pues es lo único que tengo seguro.
Pienso disfrutar del “maravilloso viaje” que es la vida, y pararé en cada puerto, miraré cada persona, lucharé por mis ideales políticos, sociales, religiosos, buscaré el conocimiento, sembraré la duda que me llevará a investigar, plantaré mi nariz en libros, iré al teatro, a la ópera y dejaré que aquella “sensación extraña” invada mi cuerpo y mi alma. No necesito entonces más Ithaca que el recordatorio de la muerte para disfrutar del viaje.
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