Cuando el río tránsfigurado en mil rios
arrase con la represa y pueda libre
cabalgar a su destino,
nosotras las móleculas de esa húmeda masa,
que se descuelga infrenable,
marcaremos nuevos surcos sobre la aspera tierra.
Nuestra húmedad ha de regar :
a los sembradios que se secan,
y a esos partidos labios que nos reclaman.