Guerra interna es la que mantengo con la pena y el recuerdo de la boca tuya, que curó mis heridas y me provocó otras tantas al quemarme con palabras frías como el hielo que habitaba en tu maldito corazón. Y yo muriendo mientras mantengo esta absurda guerra interna entre los recuerdos, los sentimientos y la razón, las noches en que me encuentro sin ti.

La razón me invita a olvidarte, pero ella al igual que tu, no siente el sabor amargo que me dejaron tus besos tras tu partida; los sentimientos me piden que los deje descansar un tiempo en que ya no te piense, pero desconectarlos no puedo, y menos si de nuevo escucho tu todavía dulce voz; los recuerdos desgastados no me permiten todavía poder olvidarte, porque aunque usados y ya sin brillo, siguen atormentando a mis oídos hasta en sueños.

Maldita e infundada guerra interna según mi cansada razón, bienvenida y apreciada batalla según mis tristes recuerdos, afortunada y dolorosa gresca que me recuerda que sigo vivo aún sin tu presencia, según los sentimientos que me quedan y me alientan a seguir de pie luchando contra el abismo del olvido en que no quiero perderte todavía, me resisto a dejarte marchar aún por encima y a costa del dolor, por ello mi guerra interna.