La computadora me asfixia.
Me asfixian los cerros, lejos, lejos,
su verde, la nube y el polvo,
me asfixian.
Las mañanas sin aire limpio,
las tardes de risas pardas,
las noches de colillas encendidas,
los delirios de almas solas.
Me asfixian,
me asixian.
El marco de las ventanas,
los párpados de tus ojos,
el cancel de los jardines,
el filo de los barrancos.
Las manos del pertinente
las piernas de la elocuencia,
los oídos de la perspicacia,
y los ojos de la demencia,
me asfixian,
me asfixian.
Me asfixia también tu cuerpo,
enredado entre mis aguas,
enrachado a sotavento,
me asfixia el sentir tu cara.
Como cuando te echas
descaradamente desdibujada,
entre mis fuerzas viscerales,
asfixiándome la mente,
los ojos, la risa, el alma. |