Descubriste que los ángeles no existen;
Que solo eran tus traumas disfrazados de ilusiones,
tus demonios detrás de mascaras y aureolas.
Regalaste tu sonrisa triste
y vendiste tus esperanzas vulnerables
para comprarle alas a tus miedos.
Pero las alas pesan,
como las lágrimas que aun retienes en tus ojos
como el rencor que se agolpa en cada latido.
En tu corazón se oxidaron los letargos,
le cediste tu misantropía a la soledad.
Se suicidaron tus sueños
y los resucitaste para matarlos entre gemidos.
Encontraste un infierno donde escondías tu paraíso,
y hoy la eternidad ya no descansa en tu mirada.
El amor nunca es eterno. Seca tus lágrimas.
La sombra del inicio siempre es el final.
Tal vez, mañana lo entenderás...