Inicio / Cuenteros Locales / Ophelia_Plath / ¿Y qué?
El clamor de las carnes
con infinidad acústica
que el Alexander hace exhalar
no es acaso más retórica
- enfermiza -
de la que en común se suele usar.
Yerro.
Anatema.
¿Tanta recriminación
es necesaria para un fuste
tan obvio y acostumbrado?
La juventud es culpable
de pecado amatorio,
¡colérico e insasiable!
que el mundo toca
a través de cielo que se nos prohibe
- y que sin embargo evocan -.
¿Es este el consuelo del placer?
¿Buscarte escondida,
musa ingenua
(¡corrompida!)
es lo que debería usarse?
¿No hay perdón o soltura
para la batahola juvenil?
¡Canta entonces, Demonio!:
No dejarse avasallar.
¡Ea, amante insigne!
No hay que parar,
que la vida es una sola
y no hay para más. |
Texto agregado el 05-04-2005, y leído por 193
visitantes. (3 votos)
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Lectores Opinan |
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07-04-2005 |
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muy bellas letras llenas de fuerza, de deganas, de lo que se necesita para vivir, te felicito. mis * angelcaido |
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06-04-2005 |
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Fuerza implacable, inexperiencia corrompida por sangre de toro, de hombre, de dioses.
Palabra vaga, arquetipo, anatema.
Segundo que corre por el mar, en efecto, nunca hay que parar.
golem |
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05-04-2005 |
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Todo un himno. Me gustó mucho. muertelenta |
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05-04-2005 |
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bien
poesia
en tono juvenil
y de busqueda. kerouac |
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