El doctor Pienso activó su sistema de bloqueo de publicidad y las ondas electromagnéticas que viajaban llevando el discurso de posesión del presidente Porto dejaron de proyectarse en medio de la oficina. El buen doctor se sirvió un
café de la máquina que habían actualizado hace dos semanas, ahora traía nuevas recetas, pero el café seguía sabiendo a aceite quemado.

Encendió su robot de limpieza y la sala quedó más o menos igual que antes, excepto por las flores que fueron reemplazadas en el escritorio. Sin embargo, el doctor lo consideraba absolutamente necesario hacer eso cada día. Estaba listo para recibir a sus pacientes. La pantalla se encendió justo a las 9:00 a.m..

Nombre: Alberto Villamizar
Edad: 35


Esperaba algo más de la vida a estas alturas. tenía sueños y planes sobre lo que sería mi vida, pero de alguna manera todo fue quedando atrás y lo que alguna vez fueron mis ambiciones se ha convertido en parte de un libro que nunca se publicó con la historia de mí mismo. El tiempo pasó sobre mí y cada día me detengo por al menos un minuto a quejarme de todo lo que nunca pudo ser.

Quería ser importante por hacer algo que nadie más podría hacer de la forma en que yo hacía las cosas, pero solo me he especializado en quedarme encerrado en mi propia casa.

Soy parte de la población que vive sin salir jamás de su hogar, un ermitaño. Recibo la comida preparada diariamente en mi mesa, enviada a través de los tubos de mi edificio por alguna máquina de domicilios. Hago deporte en mi consola de juegos, a través de la cual he llegado hasta su oficina para estar en su diván. Olvidé por completo como se ve esta ciudad o qué año es, los días pasan uno tras otro sin consecuencia desde mi adolescencia, ahora no tengo noción del tiempo.

¿Estoy muy viejo cierto? He desperdiciado mi vida y ahora no tengo siquiera la posiblidad de tener una relación de ningún tipo con ningún tipo de persona...¿Usted fue a la votación doctor?

La mente del doctor se había perdido por un momento, en busca de alguna memoria perdida, cualquiera más interesante que su paciente actual, hasta que llegó la pregunta. Pensó por un momento, mientras se ubicaba en la realidad y le respondió finalmente que no, que había olvidado hacerlo, que había tenido muchas cosas que hacer.

Yo tampoco lo hice doctor, pero no lo hice por estar particularmente ocupado, sino por el temor que siento de salir a un mundo que no he conocido sino a través de los noticieros, las películas y los juegos de video. He llegado a pensar que puede no ser tan malo, que los medios exageran para inyectarnos miedo, como me dice Iria, pero...

Cuénteme sobre Iria, ¿es alguien de alguna línea de apoyo, su otro psicólogo, o por alguna razón es que usted ha llegado a tener un amigo?

Es alguien que conocí en línea, llevamos un par de semanas hablando.

Entonces salga a conocerla, sería bueno para usted. De hecho, terminemos esta sesión aquí, salga a la calle y cuénteme lo que le parece el mundo una vez que salga, nárreme su experiencia o perezca en el intento. No lo recibiré a menos que lo haga.


El hombrecillo encorvado, calvo y canoso se quedó callado, dejó de hablar de su miserable vida, sus padres muertos, su hermano que nunca volvió a ver, su exnovia que lo odiaba y de las mujeres feas con las que había tenido sexo. El doctor cerró su pantalla y realizó el cobro de la consulta. La sesión terminó 20 minutos antes de la hora. El doctor terminó de beber su café, que estaba muy frío y sabía a petróleo sin procesar.

Alberto Villamizar estaba en la mesa de su sala, en medio del desorden y las cajas vacías de comida a domicilio, mirando hacia la puerta.

A través de vallas gigantescas se proyectaban de manera simultánea una y cada una de sus palabras con excelente fidelidad de sonido, podía sentirse el sonido de su respiración que se cortaba entre una frase y otra.

"... grandes corporaciones y empresas de diversos sectores de nuestra economía que dejaran de ser acosadas y por el contrario recibirán beneficios del gobierno central por su labor social como empleadores del pueblo. Tal vez en el corto plazo que tengo para gobernar no puedan verse los resultados de nuestros mejores programas de ayuda para superar los problemas de violencia y pobreza que azotan a nuestras ciudades, pero nuestros hijos verán la luz de mejores días gracias a la labor que comienza este soleado día de hoy, habiendo superado el duro invierno que tuvimos en nuestros corazones..."

El sonido rebotaba en las salas de televisión de millones de hogares, durante los cuales las familias olvidaban sus discusiones, a la espera de los programas de concurso de la tarde, que inician justo después de la emisión del discurso.

"... para todos ustedes que han creído en lo que represento, en el cambio y la esperanza, en la mano dura que puede acariciar, les recibo con gusto un país dispuesto a cambiar, para transformarlo en algo nuevo, todos prometen una revolución, pero con el paso de los días son pocas las revoluciones que sentimos, he venido a cambiarlo todo, para que en sus corazones se mantenga la fe en lo que puede ser el comienzo de grandes épocas que se avecinan".

El aplauso sonaba como un concierto de instrumentos sin afinar, una melodía conocida que se perdía en la masa de personas que veía a Andrés Mauricio Porto posesionarse como el nuevo presidente.

Hay que comenzar a pagarle a mucha gente. Hay tanto en que pensar que su corazón se olvida de latir por un segundo, causando una ligera punzada en su pecho.