“Después de tanto tiempo me he
dado cuenta que hemos muerto.”
Antar Pimentel Layún
El encuentro con la muerte, buen recuerdo inexistente de los hombres que la hemos creado, ha empapado mi pensamiento, dirigiendo mi pasado y mi futuro en un presente Presente.
Atreviéndome a dejarles a ustedes, -Venturosos Lectores- la imagen de un acto que no fue y que parece sigue siendo, van estas líneas basadas en el fin último como principio de esa que –temerosos- le llamamos muerte.
Dedicada a:
Los recuerdos inexistentes y…
A esa sangre muy muy lejana.
Los hechos parecían no haber ocurrido hasta ese momento, su cara tenía los surcos correspondientes a la edad gastada, pueril imagen coronada de polvo, de sus ojos emanaba una mirada distante y vacía llena de resignación, los secretos morían, sus hebras ya canosas cubiertas de sebo se escurrían detrás del cuello y así, postrada en el quicio tapizado de pasos y momentos ajenos estaba agonizando, simple y llanamente muriendo.
Dentro de la lejanía de la noche un aire lánguido y seco, frío hasta las entrañas ahogaba los ruidos de la ciudad, de esta que se encuentra perdida en el punto medio donde no pasa algo, donde no pasa nada.
Le dolía saber que en sus adentros aún sentía y fue entonces cuando sufrí con ella al descubrir que al unísono nuestros cuerpos exhalaban un olor ácido, picante, y que un líquido salado y pegajoso nos cubría.
En la acera de enfrente permanecía observando y entonces tenuemente recibí la única invitación grata que pueden hacerte, esa que no esperas que te hagan algún día, pero la dejé pasar y desaproveché la oportunidad por ser feliz.
-¿Te gustaría morir conmigo?-
-¡Que! Dios me libre-
Sus palabras me espantaron, no pude comprender la sinceridad y la benevolencia de su significado, lentamente me acerque atraído por la sentencia y ella continuó.
-¿Por qué ocuparnos de Dios cuando nos hemos olvidado de nosotros mismos? ¿No has aprendido que en el cuerpo moran sensaciones, ideas, que van aparentemente minando nuestra esencia? Y que nosotros, torpes e inconclusos no hacemos mas que oprimirlas y escondernos de nosotros mismos.-
Fue entonces cuando comprendí que el arquetipo social fue modificado muchos años atrás, por rebeldes disfrazados de piadosos que buscaron su propia conveniencia creando imágenes equivocadas, falsas ideas de vida y muerte.
Hemos sido temerosos de explotarnos internamente, permaneciendo al través de los ciclos en sueño eterno, en el sueño del conocimiento.
Ahora parece, todo está perdido.
-¿Tienes miedo de dormir?-
-Pero me pides un sueño eterno-
-Solo te pido que nazcas, que surjas nuevamente, sabiéndote tú-
-Rezaré por ti-
-No lo hagas, mejor déjame morir tranquila-
No supe cuando el espiral del tiempo atrajo su camino y yo permanecí absorto, asimilando una muerte que no era mía, distante, pero me dolía.
Al final su sonrisa no cabía en el entendimiento de este pobre, fue Dios, ella misma quien en medio de la noche me dijo que yo también me iría.
Pido una disculpa a todos aquellos que se han atrevido posar su mirada en este desquicio, hasta aquí las líneas de un hecho narrado de forma no elegante, sucedió no ha mucho y desde entonces tengo ganas de morir, tenue y pausadamente para comprobar que no fue un sueño y que en ella –la muerte- al fin conoceré su verdad.
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