Me siento hombre cuando enterneces mi costado,
mujer cuando consuelas mi llanto,
asexual cuando descubro tu sexo,
hemafrodita cuando te beso.

No espero aleluyas de conventos,
ni el amen de monasterios polvorientos,


Me importa nada las guerras eternas de sexos, de credos,
me importa mucho menos el sémen político de la ignorancia,
que se asusta de los que homos o no homos,
me importa -no importa- las reglas y los marcos,
de puertas, de ventanas por donde pasan mis ideas.

Soy la atea más católico y la católica más ateo,
la doble cara de la moneda que da valor a mi ambivalencia,
la boca que calla cuando grita el lado más oscuro de mi alma,
la mano que adormece entre mis piernas el solitario deseo.

Soy hombre y soy mujer
tuya-tuyo,
pero mio-mia.