A MI HERMANA MUERTA

Extraño su voz que no recuerdo,
sus manitas blandas.

Recuerdo su cuerpo no crecido,
su voz acallada, su inmovil latido.

La infinita mirada de sus ojos
verdes, para siempre dormidos.

Su piel blanca, fria y niña
envolviendo su infantil figura,
a la que le robaron el alma.

La veo aun, como en
esa tarde de sol, de iglesia,
encerrada en su inesperado
último lecho.

Me falta
su pequeña compañia,
de la que me queda sólo fotos,viejas
en blanco y negro como mis recuerdos.

Me quedan
sus juguetes mezclados con los mios,
su pianito y
nuestras muñequitas rotas.