LA PALOMA
AL TRABAJADOR SALITRERO;
CUYOS ANHELOS Y AMBICIONES
LAS QUEMO EL SOL DE LA PAMPA
Y SUS ESPERANZAS
LAS ESPARCIO EL VIENTO
COMO GRANO DE ARENA
POR EL DESIERTO.
Se encontró de pronto allí, solo en medio del desierto mirando las arenas de la pampa que extiende su inmensidad sin horizonte y respiró hondo, como si fuera ésta la última vez que aspirara esa oleada con olor a yodo que trae la brisa desde la salitrera y se sentía aturdido, como si el sol le hubiese dado un feroz golpe en pleno rostro, dejándolo sin ánimo y casi sin sentidos. Sólo tuvo ánimo para recordar las palomas de la plaza Colón, en el puerto, cuando asustadas emprenden un vuelo repentino en diferentes direcciones, emitiendo con sus aleteos un ruido que sorprende por un instante y vuelan desconsertadas produciendo pánico entre ellas y los seres que las rodean. Siempre que viajó, por alguna razón al puerto, le gustó visitar la plaza, sólo para observar las plomas; tal vez, porque donde él vive, la presencia de un ave es acontecer extraordinario, ocasionalmente suele verse aquí unos negros jotes planeando el cielo limpio, buscando una carroña para devorar. Siempre miró con atención el vuelo de esta especie de buitres del desierto y su capacidad para elevarse y permanecer por largo tiempo en las alturas, desde donde han de dominar con su vista la gran inmensidad de estas tierras infértiles. En más de una oportunidad le habría gustado a él, ser uno de ellos, para poder subir a las alturas y dimensionar desde arriba la pampa que lo vio nacer. Su padre, que fue enganchado allá por los años treinta para venirse al norte y nunca más volver, le hablaba del vuelo de las aves en el sur ; le habló del bailoteo del ceniciento Gavilán, para hipnotizar a su presa y después lanzarse en picada, como a estrellarse contra la tierra , para atrapar y conseguir su bocado; le contó del vuelo a media altura de la perdiz en los trigales y el espanto que produce su griterío repentino y, le habló del vuelo razante de las golondrinas , besando las aguas de los canales Maulinos y también de la danza del Colibrí, como rindiendo un homenaje a la primavera frente al monumento vivo de una flor. Por eso, siempre recordando los relatos de su viejo empampado, le gustó el vuelo de las aves y admiró hasta los fétidos Jotes y, en la faena llamó "Pajarera" a la oficina con ventanas para todos lados donde se ubica un supervisor ; llamó "Ganso" a las locomotoras grandes en la mina y "Pato" a las chicas, utilizando siempre un lenguaje que lo matenía atado a las imágenes de su padre y cada vez que viajaba al puerto, se dió el tiempo para apreciar las palomas y, ahora sin ánimo, casi flaqueándole las piernas de desconsierto mira taciturno las arenas de la pampa, recordando a su viejo, mientras el polvo que el viento trae desde los molinos le blanquean los cabello; en lo alto revoletean fúnebremente unos jotes buscando otras presas para devorar y, de pronto se le agolpa en la cabeza la idea de que su padre, primero y él depués, mientras estuvieron en la pampa, siempre fueron una posible presa para estas aves de rapiña. Y así han permanecido aquí entregando una vida entera a merced de los buitres del desierto, que dominando desde lo alto la pampa, si bien no les picotean las viceras, más de una vez se las ulceraron , penetrando más adentro que el mismo ser, arrancándole los anhelos.- Buitres desgraciados, cometripas. piensa.
- ! MARICONES ¡. Les grita con rabia, descargando en ellos su impotencia, mientras acurruca entre sus manos una blanca Paloma de papel, cuya llegada repentina le hace perde las esperanzas. |