Me he puesto a soñar una vez más,
con ese apretujar de personas que somos,
que nunca dejaremos de ser, a pesar nuestro.
Huele a todos lados, con aroma frenético,
a ese somos que es estar solos.
Apesta a ello,
su petulancia redime mi olfato, lo adiestra,
para seguir viendo gente en todos lados,
a la izquierda, a la derecha,
detrás de mí, en el próximo recodo,
bajo la luz de los faroles,
doquiera que pueda haber gente.
A todas horas me veo rodeado
y cuánto.
Díme, alba despuntadora,
precipicio de mis sueños,
si nunca te has sentido tan rodeada de nadie
en tu vida,
con el aliento del viento rozando tu nuca,
y tus ojos, que ven personas por doquier,
de pronto se encuentran con otros,
los más hermosos que hayas visto en tu vida,
y de pronto también sabes que la beldad,
ama y señora de esos zafiros opacos,
no sabe si existes, si exististe antes
o si existirás algún día.
Pero tú,
amudada de la fragancia de su ardorosa presencia,
sabes que existe y que tiene los ojos
que desearías poner en todas las mujeres del mundo
Eso es soledad.
¿Nunca, de veras?
¿Nunca has soñado eso? |