Tú, Poesía…
Tú me dices que te gusta la poesía,
y este humilde servidor de la lírica,
divaga y divaga
y llega a la conclusión
de que tú,
mujer intensa,
eres poesía.
Quiero sacarla,
que respire,
que alcance las estrellas
y la puedas leer,
que sientas su pulso,
que sientas que la lees
y te veas en un inmenso espejo.
Eres estelar,
me instalas la noche
cuando me manipulas el camino hacía tu cielo.
Luna inmensa,
te recuestas en mi alma,
y tu piel tersa
acicala mis molestias.
Le disparas un tiro al Sol asesino
con una de tus miradas fugaces,
y con el vaho de tu aliento
me fabricas la nube más acolchada
donde el poder de tu poesía
me lleva a volar,
y te ves pequeñita desde arriba.
Sube conmigo
y vamos a transformar esta noche en poesía,
vamos a transformarla en ti.
Imaginemos que mañana
vamos a instalar la vida en tu vientre,
de provisiones todas vamos a vivir.
Me sobraría y me bastaría
almacenar el vaho de tu respiración
para armarme el mejor de los cigarrillos.
Vamos a llorar con la impaciencia de la realidad
y nos vamos a reír después de un par de besos en la espalda.
Sentiremos ese mañana,
lo haremos nuestro,
nos bañaremos en el río de tu tierna presencia
y sentiremos como calla el Sol
cuando dices: -“Tengo calor”-.
Te voy a sentir como la mejor de las musas
de los tiempos griegos,
haré con tu mirada un arsenal de fuegos
para cuando el frío cale hondo por nuestros poros,
y me sentiré el mejor de los poetas.
Neruda
envidiará no haberte tenido a su lado,
y yo estaré ahí para gritarle
que su poesía es genial,
pero que contigo no siento los límites,
porque tú,
tú eres
sencillamente
poesía fenomenal.
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