Definitivamente Flor no es una mujer linda, para nada, pero esta tarde se ve distinta, está ansiosa y sus ojitos verdes (que en algo le ayudan) están como soñadores, la Flor ya se imagina todo lo que le va a decir su admirador anónimo en esta primera cita, está nerviosa y se ríe sola, al fin se cumple el sueño, al fin ha sido percibida entre ese montón de compañeras de colegio, al fin, esta vez sí, es su turno. Sentadita en la banquita de la plaza junto al árbol acordado, está con su vestido celeste, uno que ayuda mucho a sus exageradas formas y cubre su cuerpo virgen de caricias hasta media pierna, sus piernitas son bellas, son perfectamente torneadas y acaban en un pequeñito pie tímido calzado en un zapatito cansado de su talla.
Las cartas que flor recibe son dulcísimas a veces, otras son muy prometedoras y la desean con fuerza, Marcelo se llama el ladrón de sus suspiros, el que le ilumina los ojitos, ¡cómo quiere ella adorarlo!, si él le pidiese casarse hoy mismo lo haría, si la lleva a la cama seguro también va, ya está en edad de “hacerlo” y se ha tomado la píldora en vano durante 2 de sus 17 blanquitos años según me enteré por allí...
Tiene las manitos sudadas y se le hacen agujeritos en los nudillos, con una mano aprieta y relee una y otra vez la última carta para cerciorarse de la hora y el lugar, con la otra se arregla un mechón de cabello rubio claro que le cae sobre el ojo y casi le toca el labio, “quizás es sensual”, piensa, un poquito avergonzada de sentirse así, provocando, deseando. Quizás ya ha llegado Marcelo y no la encuentra, se pasea un poco disimulando que busca a alguien, si fumara se le haría más fácil la espera, pero no sabe fumar, terminó tosiendo mareada cada vez que lo intentó así que renunció. “Además es malo para la salud”, piensa. Mira a la pareja de la banca de al lado y se visualiza con Marcelo, aunque claro, ella se vería un poco más gordita que la niña que besa a su novio ahora.
Se va pasando el tiempo y la inquieta un poco, le va borrando los sueños de a poquito, la Flor no sabe qué pasa, no entiende, no quiere pensar en nada tampoco, seguro le pasó algo a Marcelo y no podrá venir, sí, debe ser por eso... una lágrima temblorosa sube desde el corazón de la Flor hasta su ojo, pero no aquí, aquí no, por favor.
La Flor no sabe que yo estoy acá, en la banquita de atrás, que la miro hace rato y que llegué antes que ella que vino un poco tarde a la cita, tampoco sabe que yo estuve cuando se escribió esa cartita, que la cartita misma es una puta broma de nosotras, y yo, seguro, fui la más cruel, yo fijé la cita, yo vine a verle la carita. Quizás podría levantarme ahora y darle ese beso, coronarla reina sin rey, llevarla a algún lado, ¡Qué sé yo!, invitarla a tomar algo fuertecito, cualquier cosa... de todos modos no me lo va a perdonar nunca.
Mejor me callo, me quedo aquí y me fumo otro cigarro, además se hizo tarde y hace frío... ya me voy, Chao Flor. Nos vemos mañana en clases.
Texto agregado el 03-12-2004, y leído por 206 visitantes. (29 votos)
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