La lectura siempre proyectó al hombre a un mundo distinto, permitiéndole acceder desde su hogar a los más recónditos parajes del planeta, a los misterios de la naturaleza, a lo infinito del universo, a lo desconocido de sí mismo.

No es fácil realizar la interpretación de un texto que nos acerque a la verdad, mucho menos si se trata de practicar una introspección, reconocer actitudes equívocas o acertadas, evaluar sentimientos que deban trocarse por positivos y que requieren una acción sostenida del pensamiento y el impulso de la voluntad.

El pensamiento debe ser una fuerza propulsora de acciones éticas y reflexivas y de sentimientos del mismo orden.

Este es el punto a analizar:

LA LECTURA COMO MEDIO PARA ACCEDER AL PENSAMIENTO REFLEXIVO
Y CÓMO TRANSMITIRLO A LOS HIJOS


Las canciones de cuna, los cuentos cantados, los sucesos donde él es protagonista, parecerían ser la preparación para que los niños comprendan la estructura del cuento. La narración permite a los padres dramatizar y transmitir determinados contenidos emocionales a sus hijos; en los más pequeños, un acercamiento afectivo y la estimulación del lenguaje, y en las distintas etapas de su infancia, posibilita la captación de sus inquietudes.

¿QUÉ LE PERMITE EL CUENTO AL NIÑO Y A LOS PADRES?

Los niños entienden que lo que leen o les narran, no ocurre en realidad, pero experimentan en forma imaginaria y simbólica los primeros pasos hacia una existencia independiente.

El poder in vocativo del “Había una vez…” produce un corte con la realidad inmediata y permite transportarnos al mundo imaginario donde todo es posible. El padre, en el papel de narrador, posibilita que el cuento, como agente transformador, rescate al niño de una posición pasiva y lo capacite para participar activamente.

¿QUÉ LE POSIBILITA LA LECTURA A LOS NIÑOS?

• Mejora la expresión oral y escrita
• Ocupa la mente en algo útil
• Combate la divagación
• Desarrolla el juicio y el razonamiento, la atención y la memoria
• Favorece el desarrollo intelectual
• Alimenta la imaginación
• Capacita para discernir entre lo profundo y lo superfluo
• Serena y reconforta

Entre los 9 y 11 años el niño desarrolla una capacidad creciente para profundizar y relacionar conocimientos, para reflexionar sobre sí mismo, sus propias acciones y pensamientos.

Comienza:

• A expresarse con libertad
• A pensar por sí mismo
• A intentar la autocrítica
• A manifestar sentimientos, afectos, deseos, pensamientos, ideas, afirmándose en sus características individuales
• A reconocer al prójimo (familia, amigos) como seres necesitados de solidaridad y atención que él puede brindar
• A ponerse “en los zapatos del otro”. La conciencia abandona el autocentramiento, se abre a la perspectiva del otro y percibe su diferencia
• A perfilar con el tiempo el pensamiento crítico. Conocer y conocerse.

TV – VERSUS – LIBRO

Un texto vive del valor agregado que el lector introduce en él. Por agradable que sea el papel del espectador, participar es siempre mejor.
A la TV no se la anula prohibiéndola, se la enriquece criticándola. Al libro no se lo promociona apagando la TV, sino rescatándolo de su dimensión simbólica y dándole un lugar distinto, nunca competitivo.

El valor educativo no se puede visualizar a corto plazo, sino que actúa a largo plazo y en lo profundo. La literatura es una formadora global, por lo tanto el libro debe estar siempre al alcance de las manos de los niños.

¿Y SI LOS NIÑOS NO ADQUIEREN EL HÁBITO?

No valorar el esfuerzo de educar por los logros obtenidos, sino por el hecho de que con la educación estamos propiciando, cimentando, fortaleciendo, valores que reconocemos trascendentes para nuestros hijos.

La meta es el intento, la posibilidad… lo que elija él en el fututo responderá a su libre albedrío. Pero todos los libros que vayan pasando por sus manos no habrán sido en vano, habrán ido introduciendo el germen de la reflexión profunda, base del conocimiento de uno mismo.

Tiempo, constancia, disciplina diaria de introspección, pues como toda conducta, se adquiere por el hábito y la perseverancia.

Esta es la propuesta: LEER.
Como una forma de entrenar el pensamiento reflexivo.

Es un camino para encontrarnos con el sentido de la vida.



Nieves Granero Sánchez
Valencia, 4 de abril de 2005