LA LLAGA DE LA TIERRA.


PARA CONTAR A LOS NIÑOS
QUE HAN SUFRIDO DE UNA
QUEMADURA


Hace mucho, mucho tiempo, a poco de haber vivido el hombre en la tierra; ésta era muy hermosa, toda hermosa; no existía entonces los desiertos y por dondequiera ser alguno caminase, se encontrabacon un paraiso. Los verdes de los prados eran intensos y los árboles orgullosos de su belleza, altos yesbeltos, se mostraban erguidos, vestidos de hermosas grandes hojas, como alimentados de ensueños desde sus copas hasta sus troncos, que nacían de entre una multitud de flores multicolores que abrían sus pétalos para hacer brilar la vida
Todo tipo de flores bordaban entonces a la tierra de un multicolor maravilloso y desde muy alto,tan alto como la altura del sol,se veía esta más hermosa todavía. El azul de los mares , el blanco de los Alpes y los Andes, resaltaban como el brillo del opaloy la plata de entre el verde de sus prados y el vestido multicolor de flores. Todo esto la hacia ser la princesa de los astros y todos la admiraban.
Tan hermosa se veía la tierra desde lo alto, que el mismo sol se enamoro de ella y, un día quiso acercarsepara declararle la admiración que por ella sentía.
Tanto se acercó el sol a la tierra, que sin quererlo, con su intenso calor, le quemó el rostro,produciéndoles una gran quemadura a la altura del norte de chile. Al darse cuenta el sol del daño que le hacía con su acercamiento, se teriró bruscamente quedando desde entonces , a una distancia prudente, desde donde puede observarla y acariciarla con sus rayos tibios y oblicuos, los que esparce con suavidad y cariño por su faz.
La madre Luna, fue entonces a otra galaxia a pedirle a otros planetas, remedios para curar la herida que la tierra había sufrido por la quemadura del Sol. Con cariño, la luna, curó a la tierra con esas sales mágicas traidas desde muy lejos. Pero la quemadura era tan grande que a la tierra le quedó una cicatriz, como muestra de su llaga, Este es el desierto del norte de Chile, donde la arides y la infertilidad es tan grande que no es posible que nazca o crezca planta alguna y por dondequiera que un ser viviente camina o mire, no es posible que encuentre una flor, un árbol o aguas cristalinas cantando en arroyuelos.
De esas sales mágicas con que la Luna curó la herida de la tierra, quedaron muestras bajo el rostro quemado y éstas tienen la cualidad de hacer crecer las plantas en otros lugares que no sea el desierto y los hombres las sacan hoy y le llaman SALITRE.