ACOMPÁÑAME HIJO
Cuando mi juventud se aleje y la huella de los años se reflejen en mi apariencia, ejercita la paciencia conmigo. Recuerda, que cuando eras “chico” pase muchas horas enseñándote a realizar las mismas cosas que hoy yo no puedo resolver sola.
Cuando observes mi torpeza frente a toda la tecnología actual y comprendas que me falta agilidad para comprender, párate y dedícame tu tiempo. Recuerda que fui yo quien te enseñó esas cosas simples que hoy te hacen fuerte ante la vida.
Si observas que repito esas cosas que a veces sabes el final, escúchame. Cuando eras chiquitito, tuve que repetirte cientos de veces esos cuentos que te hacían dormir, y esas canciones que te hacía bailar.
Si mientras llevamos una conversación, tu ves que me olvido alguna cosa, por favor!, dame tiempo para recuperar la memoria, también puede ser que yo no le de importancia a “eso” que tu esperas oír, para mí, lo más importante es que me escuches y que podamos estar unos momentos juntos.
Si ves que mis piernas se cansan al subir las escaleras, préstame tu mano para que yo me pueda apoyar en ella, de esta manera lo hice yo cuando tú comenzabas a dar tus primeros pasos. Dame un poquito de tu amor, entiéndeme y apóyame como en un principio lo hice yo contigo. Te diré, que siempre he deseado lo mejor para ti. Que te he querido fuerte antes las dificultades. Se que tú también me quisiste de la misma forma que yo y que me admirabas de ser como era. Hoy, soy yo la que me lleno de alegría y de admiración de verte como te enfrentas a la vida y de ser quien eres.
Cuando mis años de juventud se hayan ido, así como yo estuve juntito a ti, acompañándote y enseñándote a dar pasos, hoy te pido que me acompañes hacia donde me lleva la vida. Que feliz seré, si conforme van pasando los años, tú, mi hijo, me acompañas caminando juntos.
tu madre
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