Mascarón que triste miras
añorando las olas,
niña dulce y nostálgica,
de vestido de azules
de agua intensa,
de graznido de gaviotas
blancas y plácidas en busca de tu sonrisa,
y de tus grandes ojos
de caracolas negras
de la playa cercana de la Isla,
de arenas cálidas,
y de rumor de olas
que antes bañaron tu dureza
de blanduras perpetuas,
cubriéndote de espuma
en un lecho de amor
de aguas bravías
que hoy reclaman tu presencia.
Y tus lágrimas,
siempre a punto de caer
esperando que el mar
las acogiera,
en un grito angustioso
de extrañar tu figura.
Y tú,
ahora lejana,
cautiva y silenciosa,
inmóvil,
reflejando en tus oscuros ojos
la tristeza
del adiós desgarrado
que se quedó en tu piel.
Y el mar profundo,
eterno y anhelante,
en su rugir salado
siempre buscándote,
niña de amor de aguas
y madera esculpida
por vientos y arreboles
rojizos y dorados,
en un olvido
de algas, de rocío y arenas
que nunca llegará.
02.04.2005 |