Y el golpe del martillo, tomó su tiempo para sonar;
tan sórdido, como si un mordizco doliera menos que el beso,... en un adiós.
Carente de gesto afable, como sin madre,
la corrosiva sonoridad que exprimía las lágrimas secas,
del hombre vivo, del que sonrió... aquel que lloró.

¿No será la angustia furtiva, una llaga de sueños rotos?
Las ideas mezcladas entre en aromas y manjares,
las pequeñas albricias que corren en aires solitarios,
las pasiones que buscan detalles en libre sentido.

Desafíos que nunca tienen fin, que alcanzan poco;
casi nada,... Víctima de cruenta mediocridad.
Viva de esperanza, o muerta en gloria, la paz del que sonrió germinó,
cual semilla en alba de primavera, voz de libertad.