Es fuerte y delicado a la vez
el juego de tus trampas de viejo brujo,
tus miles de zancadillas,
la oscuridad de tus intenciones...
Es fuerte y delicado a la vez
el flirteo sutil
entre tus manías de hechicero
y la tonta candidez
de mi siempre inocente respuesta.
Pero se acabó tu magia negra:
ya no me eclipsan tus respuestas,
ni me acobardan tus humillaciones.
A la vuelta de cada esquina
hay un amigo nuevo,
una nueva aventura,
o, por qué no,
algún romance nuevo.
El filo de tu zarpa
ya no ha de barrer
mis limpias esperanzas,
ni tu garfio candente
horadará la ruta de mis manos.
Lo que ignora tu estrategia
es que he renacido,
y ni todos los ungüentos del mundo,
ni todas las pociones,
ni todos los oráculos
me llevarán de vuelta
al pozo en que me sumían
tus ausencias.