dedicado a José Carbone.-



Guardián de mi sueño
en las noches de espanto,
que son todas,
cuando mi pie
se asoma al precipicio,
Tu
siempre intacto,
altivo
con los brazos dispuestos
a empujar
Los paisajes del insomnio
son catacumbas
con tu nombre grabado en el frente
y mi cuerpo
debajo de la tierra seca y sucia
de orines antiguos.
Escombros y cuchillos
son mis juguetes preferidos,
desde la última mirada,
desde el último abrazo
desparejo,
como el ruedo de un mal sastre.
Tu
pasajero incansable de mis lágrimas
¿Cuándo té iras de mí?
¡Cuando el veneno sé pozo en mis labios!
Imagine, descansos y jazmines;
no leones hambrientos rasgando mis pedazos,
ni gusanos eternos jugueteando en mis huesos.
Tu
déjame dormir,
no me detengas,
ya no hay carne
y la piel
es como un pergamino interminable,
cárcel siniestra en donde yo,
adherida a la lluvia me diluyo.
Tal vez un día,
tal vez una noche,
la lluvia me arrastre debajo de tus pies
y te tiña de luto el corazón...