La intención de esta composición no es pretender ser un escritor exitoso. Tampoco pretendo que la gente piense que soy un escritor porque use un lenguaje pomposo y llamativo. Simplemente, quiero expresar lo que siento; aquello que es tan fácil decir en el papel, y que cuesta tanto decir en el aire.
No todas las personas se enfrentan a este problema. Talvez, incluso, sea sólo yo quien sólo sabe expresarse en el papel.
¿Por qué es tan difícil la palabra hablada? ¿Qué tiene este medio de comunicación que lo hace tan complicado? Pienso que es el hecho de que, cuando hablamos, no hay un botoncito mágico para "borrar" lo que decimos, ni tenemos corrector para eliminar lo que dijimos y que en verdad no queríamos decir.
Si insultamos a alguien, aunque nos disculpemos, sería como el infame borrador de tinta: parece como que borrara lo que se dijo, pero en verdad, ahí ha quedado la huella de lo que se había dicho antes. Y aunque dijéramos algo después, al igual que escribimos sobre lo borrado, sabemos bien lo que pasa: siempre puede leerse lo que se dijo antes.
Ahí está esa huellita, esa marca del lapicero, una marca delatora de nuestro error, que no nos dejará dormir en paz. De igual manera, la mirada de esa persona a quien le ofreciste tus más sinceras disculpas te recordará siempre de tu monumental (o talvez no tan monumental) metida de pata. Y lo que es más, todos sabemos también lo que pasa si borras demasiado con el mentado lapicero: se rompe el papel. Eventualmente, las excusas serán demasiadas, y esa relación (el papel, para quienes no han entendido la metáfora) se irá debilitando, haciéndose cada vez más delgada, hasta que al final, se deshace bajo las excusas. Se hace pedazos.
Quizás eso hace que la palabra hablada sea tan complicada... el temor a que por un mal comentario, pueda destruirse una amistad, o una relación que ha costado tiempo, esfuerzo, cariño y amor... Que una relación así se vaya al diablo por unas palabritas mal escogidas, o un comentario fuera de contexto... por muy buena que sea nuestra excusa, eventualmente... el borrador acaba rompiendo el papel.
Bowen Alanos
|