EL DIA DE LAS BESTIAS


El cuarto lunes de cada mes nos encontrábamos en el motel Luna Azul y dejábamos aflorar nuestros deseos hasta quedar exhaustas. Jessenia era sumisa y retraida; Yo en cambio, me caracterizaba por ser arrogante y extrovertida. Eramos amigas y amantes, Jessenia ni si quiera llegaba a los veinte mientras yo bordeaba los cuarenta, su piel de satín era un manjar para mis dedos, deslizaba mi boca por su ombligo hasta anidar mi lengua en su alma.
Mi Esposo creía que yo iba a clases de tejido, como yo también creía que el se quedaba trabajando hasta tarde. Los dos cultivábamos el cinismo, y eso hacia del engaño algo sabroso; me imaginaba a su Amante y la soñaba rasgándole la camisa, devorando los vellos de su pecho hasta dejarlo lampiño. Pedro era un Hombre a la antigua, me engañaba en silencio, hubiera sido interesante hacer un trío con su concubina y gozar de su pecado, pero eso era imposible, debía conformarme con ver sus camisas manchadas con lápiz labial y derretirme estrujando los humores sexuales que expelían sus pantalones.
En mi vida cometí muchos errores, quede embarazada a los quince años y entregue el Bebe a un hogar de huerfanos, engañe a mi Marido en varias oportunidades, calumnie a mis amigos; cometí pecados que solo una Mujer común puede cometer.
Siempre fui buena Ama de casa, tengo los vicios hogareños de toda Mujer; Detesto planchar, no estrujo bien la ropa, como a deshoras y en ocasiones dejo algún detalle de la limpieza para el día siguiente.
Mi gusto por las mujeres lo gatillo Jessenia, mi carencia de afecto me llevo a tener Amantes, sin embargo al igual que mi Marido terminaban masturbándose en mi vagina, situación que para mí era intolerable. Jessenia en cambio decia mi nombre casi cantando, me trataba con una dulzura difícil de ignorar, sus pupilas claras y brillantes poseían un misterio cautivador. Una cosa condujo a la otra, primero cultivamos una tibia amistad, después fuimos hermanas y por ultimo queridas.

Nuestros encuentros distaban de toda vulgaridad, éramos elegantes y voluptuosas. Sus ojos corrían por mis senos y los erguían a tal punto que sentía que iban a estallar. Nos besábamos largamente, incendiábamos las sabanas con el ardor de nuestros vientres, estabamos locas, horates de lujuria... su inocencia me devoraba lentamente hasta que de mi solo quedaban andrajos.
Mi Hijo tenia el mismo nombre que el Sacerdote que me saco de las calles cuando era Niña... Manuel. Era un mocetón alto y fornido, gusto preferencial de cualquier Mujer. Manuel significaba todo lo bueno y decente, borraba mi pasado y le daba nuevos bríos a mi futuro. Sé que como Hombre tenia sus aventuras, pero nada sorbido, noviazgos cortos y sin mayor importancia, su atención estaba enfocada en sus estudios, aquello me tranquilizaba pues tenia asegurado un Hijo Abogado.
Jessenia me llamo un día viernes a media noche:
- ¿Mónica?.
- Tuya- susurre.
- Deseo verte.
- Estoy un poco complicada.
- Tengo algo importante que decirte- su voz trémula e infantil me estremeció, sonaba atormentada y eso desencadeno en mi una obsesión por protegerla que me fue imposible resistir.
Como de costumbre nos juntamos en el Motel Luna Azul. Jessenia presentaba una palidez abismante, su pelo fino y azabache cubría parte de su generoso escote, sus manos temblaban, me acerque lentamente y la abrace, comenzó a llorar desesperadamente mientras balbuceaba:
- Te traicione...
-¿ Que pasa corazón?.
- Estoy embarazada.
Aquello me dejo gélida, no supe que decir, solo llorar y apretar los dientes. Pense que era mía... mi tesoro, pero eso era una utopía; Ella pertenecía a otro, sus delgados dedos cubriendo su vientre me lo decían a gritos. Me seque las lagrimas y la deje sola mientras sus labios balbuceaban un agonico perdón.
Después de eso comencé a ser una “Esposa ejemplar”, del tipo sometida y hogareña, entre al letargo típico de las Hembritas, en la enfermedad del “sí”. Mi matrimonio mejoro sustancialmente, ahí comprendí que una Mujer para ser feliz debe aprender a decir “si” antes que Mama o Papa, Pedro me amaba siendo estúpida, ni si quiera hipócrita, él deseaba una muñeca inflable que adicionalmente hiciera las labores de la casa.
Cuando creía que mi vida era una taza de leche, sucedió algo que aniquilo mi espíritu. Ese fin de semana el ambiente en casa estaba enrarecido, Pedro se notaba preocupado, mi Hijo veía televisión en el living cosa que nunca hacia pues la mayoría del tiempo se la pasaba estudiando en su habitación. Mi natural curiosidad de Mujer se revelo ante mi silencio de Esposa y derechamente les pregunte lo que sucedía:
- Te tenemos una sorpresa... - me dijo Pedro abrazándome.
- ¿Que cosa?.
- Encontramos a tu Hija.
Eso me derrumbo, me desplome en el sillón y me puse a llorar, no sé sí por alegría o remordimientos. Desde hace algún tiempo Manuel y Pedro habían comenzado la búsqueda de esa Hija perdida, por tal razón fueron a un programa de televisión y gestionaron el rastreo a nivel nacional. Después de varios meses la Policía logro encontrarla en el sector norte de la ciudad, tenia un Niño y trabajaba muy cerca de mi Marido.
Me propuse renacer, borrar mis errores pasados y ser la Madre que necesitaba esa muchacha. Seguro se parecía a mí, era gordita y extrovertida, seriamos amigas, yo le ayudaría con su Hijo y Ella me daría el perdón que tanto necesitaba.
El programa era en la tarde, me arregle como para una gala, estaba tan ansiosa que todo se me resbalaba de las manos. Pedro me serenaba con caricias y arrumacos, aquello me tenia aun más incomoda pues no estaba acostumbrada a esos niveles de afecto; mi Hijo por su lado parecía aun más nervioso que yo, se compro un traje color crema, una camisa azul y una corbata roja; se veía tan apuesto... quizás demasiado para la ocasión.
El programa era misceláneo. El animador presentó algunos cantantes, un grupo de baile y un Mago extranjero.
Las horas se extendían hasta la histeria, tartamudeaba y me era difícil contener el llanto. De pronto el animador se acercó a nosotros, me pregunto el nombre y presento a mi familia ante las cámaras; contó mi caso con algunas imágenes recreadas partiendo desde mi infancia hasta el momento en decidí dejar a mi Niña. Mis ojos se nublaron cuando de uno de los rincones del set apareció Jessenia.
-...¡Y aquí esta su Hija Sra. Mónica!.
La muchacha tenia alrededor de cinco meses de embarazo, corrio hacia mi simulando estar emocionada, me miraba fijamente, después acerco sus ardientes mejillas a mi rostro y tomo mis manos fuertemente. Mis pensamientos se enredaban en mi cerebro hasta conformar una madeja de sombras, el terror paralizo mis músculos, la gente creía que mi llanto era de alegría, sin embargo era de terror. La música incidental retumbaba en mis oídos mientras la voz del Animador consumía mis últimos vestigios cordura, su aliento pueril estaba incendiando mi cuello, hasta podía percibir su odio en su acostumbrado perfume barato; posteriormente tomo mis manos, las puso en su vientre y me susurro al oído:
- Adivina de quien es este hijo... ¿De tu Marido o tu Bebe?.