La muerte tiene voz de mujer


Tan cerca mío
y tan distante en pensamiento.
Ni te imaginas, tal vez, lo que pienso.
Te recreo y yuxtapongo
en acciones y situaciones heterogéneas,
paisajes intensos, místicos movimientos,
riendo, llorando y gimiendo.

Pero tu mente divaga
en los reales problemas que enfrentas.
Lejos del nido,
en cloacas universitarias.

Tan preciosa
y tan parco silencio.
La muerte tiene voz de mujer
y recita dulcemente mi nombre
bajo la lluvia violenta.
Pero tú callas,
pero tú vida,
hermosa lágrima deslizándose de mi ojos al alma.



Como a mujer de braille
leeré tus huellas digitales,
el divino satélite de tus labios.
Tus manos como arañas se frotan mutuamente,
apareándose.
Esas arañas deberían estar huyendo de mis escorpiones.
Debería tocarte
y dibujar mil emblemas sobre tu piel libre,
pálida, ciega.



Tan distante te hayas
y tan cerca te encuentras
que apenas respiro,
te miro absorto, pétreo
y no me lo creo.
No creo que exista ser más bello sobre la tierra.
Es tan conmovedor.
El mundo sucio, devorándose a si mismo
y un numen se pasea sin ataduras.
La basura no te toca, da la impresión.

Y si alguna ves te sigo,
no te molestes,
no pienses “qué patético niño”.
Solo sonríeme y camina.
Camina,
llévame a calles de luto
para que el azar decida si murmuro:
“Ángela Patricia…”
para que el azar decida si volteas
y reconoces al muchacho que siempre te sigue,
a ese que en un concierto punk,
completamente ebrio,
te dijo que eras demasiado hermosa como para ser verdad
y tu dijiste
”estas borracho”
con esa voz que combina muy bien con la poesía,
con esas palabras que lo dicen todo sin rodeos
y el que te respondió
”los borrachos dicen la verdad”.

Una canción lo describe
y me lanza al hoyo sentimental,
te recuerdo distante,
mostrándome tu lóbulo derecho,
el cabello rebelde que huye de la cola,
las monturas de las gafas.
No es coincidencia que este escuchando esa canción ahora,
no es coincidencia que te este recordando
sonriendo
y jugueteando con tu hermano,
que recree la belleza en mi mente
y no es coincidencia que te encuentre
tantas veces
en tantos días.
Es por algo, digo.
Es por algo, afirmo
y me aferro a ello.
Pues como a mujer de braille
leeré tus huellas digitales
donde deben estar escritas las seis letras de mi nombre.
Está escrito,
me aferro a ello.

Willni