LA PEQUEÑA NIÑA

Sentada sobre un ladrillo junto a ese viejo baúl, sueña la pequeña con una mariposa entre sus manos.

Mientras sus ojos reflejan el atardecer, la sombra empieza a inundar el lugar y las grietas de tierra se dibujan bajo sus pies.

Los cabellos cubren parte de su pequeño rostro y los destellos de su mirada posan en la muñeca que abrigó con las manos.

No hay ángel ni compañía, sólo el resguardo de la habitación.

Así llega la noche, mientras el sueño acaricia sus ojos, inclinándolos… poco a poco.

No se acostará… prefiere esperar, en el mismo lugar donde lágrimas ha dejado escapar.

Con luceros que se apagan, cae su rostro a la espera de aquella mujer, a la que, con un beso, despidió al atardecer.

No sabe a donde fue, pero confía en que regresará.

Testigo es el reflejo del cristal, que ha visto a la pequeña sonreír, cuando estaba… su mamá.