Cabello de sed en tu sangre sumergido,
Cenizas de voz que naufragan sobre hiel,
Y aquel antiguo fuego que no ha cedido,
Sino que aún vaga ebrio bajo mi piel.
Octubre escribe su enero de fantasía,
Lágrimas que han soñado tu nombre,
Y vieron cegar el sol mientras atardecía,
Mientras este corazón se volvía hombre.
Tu silencio no oye mis palabras,
Y aquella palabra no llega a mi silencio,
Pero aún se cruzan por lo bajo agudas miradas,
Aquellas que solo ven nuestros ojos recios,
Mas sé que una lluvia volverá a secar mi mañana,
Mientras la sequía humedecerá como siempre mis poemas necios.
Cegados de realidad alguna,
Sin querer admitir la irrealidad,
Solo la despedida de tu estrella junto a la luna,
Y la risa repentina que hace eco en mi claridad.
Quizá esté arruinando mis días,
Aves mensajeras que solo me miran,
Y sin poder... sin querer saludarlas,
Los mensajes no callarán la tristeza de mi alegría,
Pero sí lo hará la brisa peregrina de mis palabras.
Corazón con poca vida que no oye,
No sabe mirar ni oler otros jardines,
Solo para evitar que el olvido en mi memoria se derroche,
Y que la magia de la nada se termine.
Es el pacer de sufrir que late siempre,
Enamorarse para llorar sin sentido,
Si tan solo pudieses escucharme a veces,
Esta vida mía sería de la muerte el desvío.
Por último poemas adornados,
Escribe con señuelos de miel corazón con poca vida,
Frases y lágrimas soñadas de alguien enamorado,
Que con el frío de tu sombra esta tarde se abriga.
Un mar inmenso que quizá tenga dueño,
El bosque de secretos que llora sin temer,
Es la soledad buscada de este corazón con sueño,
Que tan solo piensa en vos... y cae... cae... y se deja caer...
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