Sumergido en la desolación de una luz,
Anegado en una constelación me encontraba,
El dolor que no escapa pero susurra su adiós,
Mientras entre rieles mi herida aún sangra por la mañana.
Sería tal vez tristeza que era sombra de mis pasos,
Huellas de la derrota que mis silencios callaban,
Mas la soledad vaga sin penas por el callejón sin retraso,
Y el tango en el viento mis caminos con lágrimas cerraba.
Las ilusiones y atajos eran a mis ojos como el miedo a las nubes,
Ningún rincón alteraba mis sentidos ni acallaba mi sufrir,
Estuve donde ya no estoy y donde jamás estaré,
Donde impera el dolor y el secreto es subsistir.
Las cadenas en mis palabras eran condena de mi inspiración,
Mi piel quieta naufragando en el desconsuelo de mi energía,
Ilusión lejana que escapa de mi rastro atisbando su razón,
Tan solo una distante mirada que conformaba mi inútil alegría.
Es el tiempo que no desaceleraba su traspaso en la vida,
Donde mis sentidos estaban oprimidos por el recuerdo que aún me vertebra,
Amanecer enrejado que no consiguió jamás colorear el día,
Y mis ojos ciegos se enredaban como serpiente en la daga que me destierra.
Estuve es presente del pasado que no volverá a ocurrir,
Quizá mi existencia no era eclipse de una estrella,
Marea lejana que alejó de mi delirio a este herido corazón,
Una incógnita náufraga sin orilla que ya no aguarda para morir,
Será que nunca estuve o quizá que ya no estoy…
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