ya no hay dolor
el sol es una uña decolorida
ya no puedo oirte ni mirarte
me complaces
con un radiante beso en las mejillas
se derriten mis nervios
igual que el cuerpo desplomandose sobre el suelo
no puedo olerte
ni pedirte perdon
no puedes llegar hasta la puerta cerrada
de mis pensamientos
la bruma de los farmacos
la noche se enciende como las yemas de mis dedos
cuando tocaban el piano
voy por la plaza del centro
escondiendome de ti y esa mirada avasalladora
de tus deseos
y mismas pasiones que te pueden herir,
ya no hay esperanzas
he recorrido la mitad de esta vida con los ojos
cerrados
abiertos solo para mirarme desencadenar un grito
que pedia auxilio
y que recibio un buen castigo
por querer alcanzar tus pies recien cortados.