El terrible griterío mecánico de la avenida pareció desaparecer, las caras que cruzan van desvaneciéndose perdiendo sus facciones apagadas,
el recorrido de escasos metros hasta llegar a su encuentro detiene cierto reloj rutinario, delicado placer ese instante previo a concretar un deseo.
El recuerdo de aquel perfume volviéndose realidad ya casi a punto de acariciar
con el suave pétalo de un suspiro mi paso,
el paso a recuperar el color del que,
un extraño fluir de la vida por algún tiempo privó.
La cercanía del elixir opera magia en estadíos que, poco antes en automático transcurrieron, entre situaciones de una atróz, eterna repetición.
Se congela el urbano paisaje
en la calidez de esos labios nuevos.
Una vez mas algún piadoso dios
desafiando mi descreer,
brinda en rituales
de una simplicidad encantadora
una ofrenda al sentir mas exquisito.
Una caricia que trepa fugaz
acantilados de risitas dulces.
En algún rincón interior, quizás ahí donde se esconde el saber de lo efímero,
pido resguardar para siempre
el suspiro de esas palabras.
Emociones encontradas, de vuelta ya
de tanta esquina impensada.
Festín de sensaciones arremolinando hacia el principio del fin de tanto oscuro ocaso.
El roce de ese sublime cuerpo desafiando al destierro en la noche cruel y transportando en hechizos a un satinado refugio ritual.
Me interno en los pliegues de la seducción, entre juegos me pierdo en los arrabales de esa magia, me encandilo en tu desnudez, ofrendo mi sueño al elixir dorado en altares de vitalidad, y mas tarde, entre mis brazos y la inabarcable nada termina descansando la calma de tu ser.
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