DATOS DE HOY SOBRE EL MAÑANA
Reflexiones sobre la situación de la niñez
Nuestra misión en el siglo XXI es colocar a los seres humanos
en el centro de todo lo que hacemos; es preciso comenzar con
los niños y las niñas, quienes tomarán el relevo más adelante...
Sólo así podremos lograr un mundo en paz y más equilibrado
Kofi A. Annan, Secretario General de las Naciones Unidas
Cita del Informe Anual 2002 del UNICEF
Las Tablas Estadísticas provistas por el UNICEF (1), tituladas “Estado Mundial de la Infancia 2005”, son el resumen más reciente y completo al que podemos acceder para saber cómo están las niñas y los niños de la Tierra, cómo las mujeres, cómo las poblaciones en general.
La atenta lectura de esas diez tablas, colmadas de datos, volcadas sobre cuarenta páginas tamaño carta, resulta una actividad reveladora.
Comprender la relación de esos números que tenemos frente a nosotros con respecto a nuestras vidas y al futuro común, es fundamental para ayudar a la construcción del mañana.
Para mi uso personal elaboré una síntesis de esas tablas. Había pensado en incorporarla al final de este escrito pero advierto que no sería lo mejor.
Por un lado, son datos parciales (en especial referidos a la República Argentina) por lo que no están incluidos los restantes países que componen la región de América Latina y el Caribe.
Por el otro, me gustaría que leyeran la información completa, los valores mundiales. Eso les permitirá tener un panorama general muy necesario, a la vez que acceder a la información correspondiente a su propio país.
Las Tablas Estadísticas “Estado Mundial de la Infancia 2005” (2), pueden bajarse en formato PDF del sitio del UNICEF.
También hay más material informativo digno de ser leído.
Como metodología, para comprender el estado de situación de la niñez en la región de América Latina y el Caribe o de cualquier otro lugar de nuestra única casa, la Tierra, me parece provechoso exponerlo recurriendo a ejemplos con mi propia familia y vincularlos a algunos de los porcentajes presentados en la Tabla.
Comenzaré por decir que hace un par de días atrás le leí a Camila, mi hija menor, un cuento de la escritora venezolana Celeida Bermúdez, titulado “Los perros verdes”.
A Camila le encantó el relato. Escuchó atentamente la lectura de sus cinco páginas y pudo comprenderlo sin dificultades.
Ella tiene 9 años y está actualmente en 4to. grado.
Nosotros estamos en la República Argentina donde un 93 % de los niños completan el 5to. grado.
Para la región de América Latina sólo un 82 % alcanza ese objetivo.
Ella es una afortunada. No está formando parte del 18 % regional que no goza de la posibilidad de completar ese ciclo escolar elemental.
Ellos carecerán de una educación que les brinde mayores posibilidades de desenvolverse con éxito durante su vida.
Mi hijo Damián, de 13 años, tiene una contextura robusta, mide aproximadamente 1,67 metros y pesa cerca de 66 kilos. Su desarrollo físico está dentro de lo esperado.
Si se observa su libreta sanitaria, en la que están anotados los registros periódicos de su peso y talla desde su nacimiento, se verá que su crecimiento se mantuvo dentro de los parámetros deseables. También es afortunado.
En América Latina un 10 % de los niños nacidos entre 1998 y 2003 ha tenido un peso menor a los 2.500 gramos. Y para el mismo período un 16 % de los niños menores a 5 años padecieron cortedad de talla moderada y grave.
Mi hija mayor, Natalia, de 18 años, sabe desde hace tiempo lo necesario sobre prevención contra el SIDA y la importancia del uso de preservativos.
Hasta el presente ninguno de los integrantes de nuestra familia padece SIDA.
Pero esta enfermedad es motivo generalizado de preocupación por lo cual la Organización Mundial de la Salud junto al Banco Mundial y los gobiernos de cada país realizaron una campaña mundial de divulgación.
Dos millones de personas entre 0 y 49 años, padecen SIDA en América Latina y el Caribe.
Según datos del Banco Mundial el contagio de madre a hijo es la causa de más del 90% de todas las infecciones de VIH en niños menores de 15 años (3).
También señala respecto de los más de 400 millones de personas en el mundo que viven con algún tipo de limitación física, sensorial, intelectual o mental, que en particular el nivel de abuso hacia las mujeres discapacitadas es bastante alto y es común que tengan varias parejas sexuales y se contagien de SIDA (4).
Evidentemente, también Natalia es afortunada.
En toda la Tierra hay distintas formas de padecimiento. La pobreza y sus aliados: la enfermedad, el analfabetismo, el hambre, la falta de libertad, etc. asolan el planeta.
Pero sigamos con los ejemplos. Pongamos por caso a mi esposa, Claudia. Ella tiene 36 años y goza de buena salud. No nos resulta extraño. Pero, tal como me dijo ella misma cuando le comentaba algunos datos extraídos de las Tablas del UNICEF, ha superado en dos años la esperanza de vida que tienen en la República de Sierra Leona, ubicada en el oeste del continente africano (34).
En cuanto a mí en particular puedo decir que, gracias a DIOS, disfruto de tener trabajo como empleado en tareas administrativas. Esto me permite cubrir las necesidades básicas de mi grupo familiar y llegar al fin de cada mes sin demasiados sobresaltos.
Pero soy consciente de que en el mundo la pobreza afecta la vida de más de mil millones de personas que viven con menos de 1 dólar por día (¿Será justo llamar a eso “vivir”?).
Yo no estoy entre ellos. Sin embargo, también debo ser realista y asumir que si me quedara sin trabajo y teniendo en cuenta mi edad (47) rápidamente ingresaría a ese grupo o a otros más o menos similares como el de aquellos niños, mujeres y hombres, que todas las noches veo recorrer los centros urbanos recogiendo papeles, botellas y alimentos que extraen de la basura.
Finalmente, es muy probable que hayas accedido a la lectura de este escrito a través de un portal en Internet o por un correo electrónico. También eres afortunado.
En la región de América Latina y el Caribe sólo 8 personas de cada 100 tienen acceso a Internet.
Como se puede ver, quizá nuestro grupo familiar (tanto el mío como el tuyo) esté disfrutando, al menos momentáneamente, de salud, educación, estabilidad económica, etc. pero estas condiciones que nos resultan tan habituales en nuestra vida no son la moneda corriente para muchas personas de América Latina y el Caribe. Las cifras son aún más alarmantes vinculadas a África y Asia.
Muchas tareas se vienen realizando desde hace varias décadas para ayudar a tanto mal.
Y si tomamos uno de los parámetros más relevantes de las Tablas Estadísticas del UNICEF, el vinculado a la Tasa de Mortalidad de Menores de 5 años en todo el mundo, observaremos un avance alentador.
En 1960 morían 198 niños cada mil nacidos vivos; para el 2003 esa tasa descendió a 80.
Queda mucho por hacer pero se ha hecho mucho también.
Diversos organismos actúan junto al UNICEF contribuyendo al objetivo de colocar a la infancia en el centro de todo lo bueno por hacer.
Un ejemplo de ello puede leerse en un cuadernillo de poco más de cincuenta páginas titulado “Trabajando por la Infancia -Algunas historias sobre nuestra labor conjunta en América Latina”(5).
Se trata de cinco historias que refieren el trabajo conjunto del UNICEF y el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) en República Dominicana, Guatemala, Colombia, Honduras y Brasil.
Nos enteraremos que en América Latina, anualmente, cerca de 1 millón 200 mil niños no son registrados (niños fantasmas, sin derecho a la educación por ejemplo). Esto es algo sobre lo que se está trabajando en República Dominicana.
También que unos 82 millones de niñas y niños menores de 12 años viven por debajo de la línea de pobreza.
Que en Guatemala se realizan trabajos a favor de una cultura para la paz en socorro de los niños que sufrieron las consecuencias directas o indirectas de ataques armados, o fueron testigos de amenazas y torturas a familiares o conocidos.
Sabremos cómo se gestó el proyecto de la Escuela Amiga de los Niños y las Niñas en el norte de Colombia.
Cómo se lucha contra el SIDA en Honduras.
Al final nos encontraremos con la tarea de la Pastoral de la Crianza en Brasil, donde el trabajo realizado por 150 mil voluntarios, a favor de los niños y la población en general, requeriría 70 millones de dólares anuales si tuvieran que asumirse los costos económicos.
En mayor o menor grado, así sucede en toda la Tierra.
Sin duda, hay mucho aun por hacer y no estaría errado quien pensara que todo sería más rápido si, por ejemplo, se gastaran menos recursos económicos y humanos para el desarrollo armamentista y se los destinara para los niños.
¿Nos quedamos esperando hasta que eso pase?
Que esa situación se revierta es tarea de todos. ¿La asumiremos todos? ¡Quién sabe!
Mientras tanto, lo importante es tomar conciencia de que el mundo, respecto de nuestro tema, se podría dividir en dos: los que necesitan ayuda y los que pueden ofrecer alguna.
Entre los necesitados sería injusto pedirles que por sí mismos solucionaran sus problemas. Es evidente que lo habrían hecho de haber podido.
Por supuesto, hay entre ellos quienes están capacitados para efectuar algún aporte positivo.
El que se interesen en tomar conciencia de sus propios problemas y comprendan la importancia de unirse en acciones conjuntas, es una contribución primordial a favor del propio bienestar.
Pero la mayor responsabilidad está en aquellos que disfrutamos de una vida sin mayores problemas, de una cotidianidad sin sobresaltos abrumadores.
Cada cual brinda lo que puede. No considero justo juzgar a las personas por la cantidad de sus obras. Muchas razones pueden inclinar a alguien a hacer o dejar de hacer, a dar todo o poco. ¿Quién está capacitado para medir con justicia?
Desde luego, esto no incluye a los que por su condición de dirigentes, funcionarios o autoridades de diversos tipos de organismos vinculados al bienestar de las sociedades deben cumplir activa y eficientemente con su rol.
Pero en esto de hacer algo a favor de los que lo necesitan, cada uno de los que podemos, debemos hacer nuestro aporte conforme nuestra capacidad.
Yo, humildemente, considero que lo mejor que puedo hacer a favor de las niñas y los niños del planeta es escribir sobre ellos para inspirar y alentar el trabajo de todos aquellos que deseen sumarse a las diferentes áreas de ayuda.
DIOS quiera que este aporte sea de utilidad.
Hay quienes, en cambio, realizan otro tipo de tareas. Los nombré antes: son aquellas personas que, anónimamente o no, se ocupan de dar comida, asistencia médica, educación, asesoramiento, esperanza, alegría y amor a los niños, a las mujeres, a los discapacitados.
En Argentina son centenares las instituciones que día a día trabajan por un mundo mejor. En el mundo, miles.
Tuve la dicha de intercambiar correos electrónicos con algunas de ellas aquí y no quiero dejar de expresar mi alegría y reconocimiento por su obra y mencionarlas. Son: MANOS POR HERMANOS –Comedores Infantiles- (http://www.manosporhermanos.org); HOGAR DE NENES Fundación Maria Virgen Madre (hogardenenes@fibertel.com.ar); FUNDACIÓN CIMIENTOS (http://www.cimientos.org); REVISTA INFANCIA Y JUVENTUD (http://www.infanciayjuventud.com); Asociación Matilde Vara (http://www.elarmadero.org.ar) ; REDI Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (redi@ddnet.com.ar); y http://www.redconfluir.org.ar (diarios@redconfluir.org.ar).
Visitar estos portales y tantos otros que trabajan por los niños y los adultos necesitados, en todo el mundo, es otra forma de saber lo que está pasando, más allá de lo que dice el noticiero televisivo.
Merecen nuestro respeto y necesitan nuestro apoyo.
DIOS quiera (y todos nosotros hagamos lo necesario) para que “Construyamos una Tierra digna de nuestros niños”.
No se trata sólo de una obligación.
Debiera verse como una ineludible cuestión de sentido común.
¿Hay alguno entre nosotros que puede ser feliz rodeado de infelicidad?
¿Acaso no es gratificante y hasta contagioso ver a otros gozando de la vida?
¿No es saludable a la vista y al corazón ver a los niños jugar despreocupados?
¿Hay quien prefiera verlos mendigando o comiendo las sobras que otros tiran?
¿Alguien desea para sí mismo pobreza, enfermedad o analfabetismo?
¿Acaso eso es algo aceptable para otros, incluidos los niños?
¿Queremos que los seres que amamos tengan un mundo mejor?
Entonces no podemos dejar afuera a nadie, conocido o no, en la tarea de hacer un mundo mejor “para todos”.
Las casas se construyen ladrillo a ladrillo.
Edifiquemos el más hermoso refugio de solidaridad y amor para la niñez dentro de esta única casa en la que vivimos más de “seis mil millones de potenciales constructores”.
No lo dudes.
No te quedes quieto.
Construyamos una Tierra digna de nuestros niños.
Daniel Adrián Madeiro
Copyright © Daniel Adrián Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.
Notas:
1 UNICEF: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. Sitio en español:
http://www.unicef.org/spanish/
2 Tablas Estadísticas “Estado Mundial de la Infancia 2005”. En formato PDF:
http://www.unicef.org/spanish/sowc05/SOWC05_Tables_sp.pdf
Ver también: http://www.unicef.org/spanish/sowc05/statistics.html
3 http://www.bancomundial.org/temas/sida2004/contagio.htm
4 http://www.bancomundial.org/temas/sida2004/discapacidad.htm
5 Trabajando por la Infancia -Labor junto al Consejo Episcopal Latinoamericano: www.unicef.org/spanish/media/files/Unicef5Historias.pdf
NOTA DEL AUTOR: Usted puede disponer libremente, de manera parcial o total, del contenido de este escrito titulado “DATOS DE HOY SOBRE EL MAÑANA - Reflexiones sobre la situación de la niñez”. Queda prohibido su uso con fines comerciales.
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