Se enciende la luna
muda expectadora
de todo aquello escrito en su honor.
Su luz desciende hasta la bulliciosa ciudad
y se pierde entre las luciérnagas artificiales.
Como un relámpago mudo,
un grito desgarrador atravieza la noche,
aún mudo se desliza por las sombras
y aterriza aquí junto con la luz opacada,
el grito callado y la luz sin brillo,
perdidos en un mundo
que no tiene espacio para ellos.
¡Luz muda, grito oscuro!
No existe lugar para ustedes en este mundo.
no para aquellos que están perdidos,
que aún buscan oscuridad y silencio...
¡Serán incomprendidos y desplazados!
Me buscan...
No tengo nada que ofrecerles,
¿Qué quieren de mi?
La oscuridad silenciosa de mi morada los atrae,
en mi oscuridad, la luz será vista;
en mi silencio, el grito será escuchado;
para eso sirve la luz, para eso sirve el grito.
Aún los siento acercarse,
los busco;
busco la luz, busco el grito...
No los encuentro,
han entrado en mi.
La luz de la luna sale de mis ojos,
por un momento las luciérnagas retroceden.
Un grito desgarrador se escapa de mi garganta,
la ciudad enmudece por breves instantes.
Los busco fuera de mi,
no están, se han ido, han muerto.
Como no encontraron un lugar para ser,
decidieron encontrar uno para morir.
Y nadie los extraña, nadie los busca,
ni tampoco a mi.
Vuelvo a dormir en mi lúgubre aposento.
Afuera el ruido de la ciudad se eleva,
las luciérnagas inanimadas imponen su monarquía.
Un muchacho que escribía un poema a la luna,
la busca desesperado. |