Las Bodas de Fígaro
Que tanto te engalanáis,
que tanto te ponéis velo,
si te han de desensillar
y te han de montar a pelo.
Poesía Burlesca
Anselmo el marido de Mariana, que además era el cuartelero de la Casa de Huéspedes (quien se encargaba de limpiar los cuartos), había cumplido su palabra, el cuarto 25B del pabellón desocupado, tenia la puerta sin seguro y sabanas limpias, porque su esposa trabajaba con Lola, eran amigos y sabia de la vaina entre ella y yo.
Cuando le pedí el favorcito por primera vez, puso cierta resistencia, pero tu sabes en el fondo a todo el mundo le gusta ser alcahuete y finalmente acepto prestarme un cuarto a cambio de algunos futuros favores, esta vez no presento ningún obstáculo y me lo facilito, yo había dicho en casa, que me iba a comer al Chifa con el chino Andrés, después del colegio y que llegaría tarde.
Entre al pabellón por la puerta trasera, para no ser visto, me metí en la cama a esperarla y me quede dormido; Me despertó zamaqueándome suavemente, abrí los ojos y la abrace jalándola suavemente hacia el lecho, ofreció un poco de resistencia.
-Tenemos que hablar, es urgente. Me dijo seriamente.
-Después hablamos. Le respondí mientras la besaba, siguió ofreciendo resistencia.
-Por favor, tenemos que hablar. Me repitió.
-Dime…. ¿Que pasa? Le pregunte, soltándola y sentándome en la cama.
-Tu nunca te vas a casar conmigo.
-Tengo quince años, y el otro año me regreso a Lima, no pienso en casarme, además nunca hablamos de matrimonio. Le dije poniéndome en guardia.
-Nunca te dije que te amaba, lo nuestro fue algo natural.
-¿Qué, acaso estas embarazada?
-Ya lo se, no te estoy pidiendo que te cases, y no estoy embarazada.
-Lo que pasa es que…. el Maestro Otiniano me ha pedido que me case con el.
-¿ Y tu lo quieres?. Le pregunte.
-Creo que puedo llegar a amarlo con el tiempo, se que es mas viejo que yo, pero me da la oportunidad de tener una casa e hijos, ser respetada, no ser una sirvienta. Estaba llorando.
-Mira Tania…. Yo no creo en el amor, pero tienes razón en todo lo de más.
Le dije mientras la acariciaba sanamente, como acaricias a alguien a quien estimas, era una buena chica, tenia derecho a vivir, lo nuestro había sido solo sexo, tal vez salvaje pero todo en la Selva es diferente.
-Todavía no le he contestado, creo que voy a decirle que si..
Se enjugo las lagrimas.
-Ya no podemos seguir haciendo esto, le voy ha ser fiel.
-Hagámoslo por ultima ves. Casi suplique.
Apago la luz, la desvestí lentamente, se metió en la cama, excitarla fue mas difícil que de costumbre, estaba pensativa, como ida, por mis caricias logre prenderla y empezamos a amarnos (manera elegante de decirlo), la acaricie toda, tal vez como nunca lo había hecho, existía una especie de ternura en el acto sexual, como un poema de despedida, como el terminar un capitulo de tu vida, sabiendo que era lo mejor para ella.
Al día siguiente me aparecí en mi casa a las seis y treinta con el pan, diciendo que me había quedado a dormir en casa del chino.
Mira si seré desprendio,
que ayer al pasar por el puente
tire tu cariño al rio.
—o—
El matrimonio de Otiniano con Tania se celebro a lo grande, en la capilla de Tingo Maria; el Jinete sin Cabeza y su mujer fueron los padrinos, ella estaba de comérsela, bella con su vestido de fiesta, después de la ceremonia, todos los invitados fuimos a la Casa de Huéspedes, donde mi madre había preparado el agasajo a precio reducido, después de todo Tania era como de la familia,.
Dante llevo a su esposa para la fiesta, y se lucio cocinando Juanes con huevos de charapa, e Inguiri sancochado y refrito, la familia de Otiniano vino de Loreto trayendo Paiche, la familia de Tania preparo Masato, pero molido con moledora (el original es masticado y luego escupido para que fermente), se consiguieron Palometas (un pescado muy preciado) y se sirvieron con ensalada de Shonta; no falto cerveza ni vino, hubo de todo.
Yo ya resignado a la perdida, la saque a Tania para bailar una cumbia (bolero hubiera sido peligroso) y le desee mucha felicidad, se la merecía.
-¿Me permite esta pieza, señora? Pregunte a la mujer del Jinete sin Cabeza.
-Me duele la cabeza, discúlpame por favor. Me respondió, no había la menor duda, me huía, porque después bailo con Otiniano.
Ahora evocando cincuenta años después, me viene a la memoria una canción moderna.
Que Seas Muy Feliz
♫♪
Ahora que te vas, mira como soy quiero para ti,
un mundo mejor de lo que te doy, como veinte veces
Y yo soy así pido para ti que seas muy feliz mucho muy feliz,
pero muy feliz, pues te lo mereces.
Y yo soy así, pido para tí que seas muy feliz mucho muy feliz
pero muy feliz pa que no regreses.
Pa'que no regreses. ♫♪
De Alejandro Fernandez.
Al término de la celebración, embarcamos a Tania y Otiniano en un Carro Interprovincial pues se iban a pasar la Luna de Miel a Huanuco, el estaba completamente borracho y durmió la bomba hasta el día siguiente y según Tania le contó a Lola, el nunca supo si hubo Luna de Miel esa noche, pero no tiene mayor importancia, porque ya habia habido adelanto.
Después que se limpio el salón comedor de la Casa de Huéspedes, mi hermana comentaba que bonita se veía a Tania con su vestido de novia, mi papá recito.
Que tanto te engalanáis,
que tanto te ponéis velo,
si te han de desensillar
y te han de montar a pelo.
Mi mamá dijo no hay novia fea y nos fuimos a dormir; ya en mi cama me puse a pensar, que buena ayudante de aventuras había perdido, ella fue la que me ayudo a construir en la zona de Cultivos Varios la embarcación de madera de balsa, con la que naufrague en el medio del Huallaga y casi me cuesta la vida.
Esa noche recordé La Jangada.
—o—
En 1881 Jules Verne escribió la novela La Jangada en cuarenta capítulos, que yo leí 1951 gracias al viejo alquilador de libros (véase Violación).
En pocas palabras, el relato cuenta las peripecias de una balsa en el río Amazonas, en viaje de Iquitos a Belem en Brasil.
Cruzando la carretera desde la Casa de Huéspedes e internándose hacia el río Huagallaga, había una zona llamada Cultivos Varios, en donde se experimentaba en asimilar a las condiciones climatologícas de la Selva, diversos cultivos comerciales; en completo desarreglo, se mezclaban papas con camotes, frutales con cafetales, podías encontrar y era lícito comer las frutas mas diversas, papayas, naranjas sin pepa, nísperos y cuanta delicia vegetal puedas imaginarte.
Lo que me atraía de la zona era un brazo del río, un riachuelo que cortaba Cultivos Varios en dos, de muy poco caudal y con una posa natural donde yo me bañaba, después de saborear marañones, guanábana o guabas de árboles que daban sombra a arbustos de Cacao.
Al muy poco tiempo de empezar mis secretas relaciones ilícitas con Tania, le enseñe la zona que había sido de mi exclusivo dominio y empezamos a compartirla, recuerdo la primera vez, estuvimos comiendo naranjas Washington Narvel (sin pepa), y después le enseñe la poza, nos desnudamos, ella estuvo retrechera de quitarse el sostén y el calzón, se metió a nadar con ellos, pero yo empecé a jugar y terminaron secándose en un rama, mientras nosotros hacíamos el amor en el agua, Tania era la perfecta compañera en el río o en la cama, me secundaba perfectamente cortando fruta o abriendo las piernas para mi.
Ella tenia tiempo libre de dos de la tarde que terminaba el almuerzo, hasta las seis que se empezaba a servir la cena, sin ser vistos entrábamos a comer frutas y hacer el amor, en una de nuestra expediciones, llevamos hasta el río Huallaga mismo y encontramos, algunos troncos de madera balsa, abandonados aparentemente por largo tiempo en la orilla, recordé La Jangada y le conté a Tania sobre la novela y decidimos hacer una balsa similar, pero mas chica.
Estuvimos más de un mes juntando pitas, cuerdas y sogas, para amarrar los troncos entre si, luego me preste un serrucho del almacén y cortamos los troncos a un tamaño uniforme, afortunadamente la madera balsa es sumamente blanda y liviana, después usamos las sogas para armar un cuadrado, con tres troncos en la base y ocho troncos amarrados encima, hacia una buena superficie, cuando lo empujamos al río la jangada floto perfectamente.
Ahora a embarcarse, mi idea era ir hasta Tingo Maria por el río y después abandonar la balsa, a Tania le entro miedo y no quiso ser de la travesía, yo con mi machete corte una caña de Guayaquil, larga y delgada para usarla como caña de dirección, me quite los zapatos y los amarre a uno de los troncos, para no perderlos, clave el machete en otro y me lance a la aventura.
El pueblo quedaba a 10 kilómetros por carretera, pero por el río que tiene un curso sinuoso, era bastante más alejado, los primeros quince minutos todo marcho viento en popa, la corriente arrastro la balsa rápidamente río abajo, luego los troncos empezaron a zafarse, ahora pensando la vaina, creo que las sogas se estiraron con el agua, si alguna ves hago otra balsa usare sogas mojadas para amarrarla.
Al acercarme a Tingo Maria, ya había perdido la vara de dirección, y se hacia difícil maniobrar la embarcación, los troncos se habían separado y era casi imposible mantenerte en pie, a la altura del aeropuerto, todo se fue a la mierda, la balsa se desarmo y yo caí al agua sin zapatos y sin machete, logre usando la misma correntada, acercarme a la orilla en la banda del aeropuerto, me costo como quinientos metros de recorrido diagonal, luego a caminar descalzo, cruzar el puente e ir a la Ciudad, el chino Andrés me vendió al crédito un par de zapatos y regrese tirando dedo hasta la Estación.
Esa noche celebramos la aventura, con Tania en el pabellón desocupado, el himno a la vida que cantamos estuvo muy ruidoso, no por los gritos de placer, sino por las carcajadas, cuando recordábamos el incidente.
Buenas noches Tania, que seas feliz.
Verano del 2003.
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