EL SIMPLE CONSUELO DE AMARTE

Entro sin saber a donde voy, me desplazo en lugares oscuros con suelos lisos y brillantes por causa de la lluvia débil y adormecedora.
El frío se apodera de mi anatomía, la desteñida niebla le impiden a mis ojos ver lo lejos que se encuentra la salida.
Recuerdo tu voz, mientras llora un violín en la plaza cerca del kiosco; recuerdo tus ojos mientras observo en la galería de la quinta calle un cuadro en el cual está dibujado un paisaje en el da a conocer una trillada soledad.
Me despido de la luna escondida mientras mis pasos se encaminan en un retorno hacia el callejón sin salida, tropiezo una y otra vez en los restos de basura; entre el silencio y la oscuridad me encontraba, me encontraba en la mas fría cárcel en el que se podía encontrar el alma mía.
Sin razón y sin sentido desperté entre las sábanas arrugadas, mientras el sol iba aumentando su esplendor junto al canto infinito del reloj. Salí por la puerta trasera del edificio de apartamentos, caminé por inercia cuadras tras cuadras, sin rumbo alguno.
Mis ganas de vivir diminuían al son de los latidos de mi corazón entre llantos reservados en lo mas profundo de mi corazón.
Entrè en la cafetería mas famosa, iba en busca de un café inspirador, cuando de repente; sin palabras y sin aliento quedé al verte sentada y tranquila, sin razón pero con el corazón explotando de tal hermosura, no me imaginaba tal belleza en éste mundo.
No sabría describir tal belleza, solo me quedaba el simple consuelo de verte y contemplarte y por qué no decirlo,el simple consuelo de amarte.