Soy Catalina, tengo cuarenta y varios años, estoy despierta pero no abro los ojos, no quiero ver mi realidad, inútilmente estiro el brazo para ver si hay alguien en mi cama, es mi piso de divorciada…..si, divorciada , joder , como me cuesta pensarlo…. , el piso esta muy mono y bien situado, Ayala y Castellana, miro el techo por largo rato con la mente en blanco , negándome a esa vida , que por cierto elegí, me doy ánimos y me levando, de reojo veo mi imagen reflejada en el espejo, no me reconozco, estoy encogida de miedo, no sé como enfrentar esta faceta de mi vida, nunca he vivido sola, de la casa de mis padres pase a mi propia casa , de esto hace 25 años, vaya que jóvenes y guapos éramos, Alberto y yo nos poníamos el mundo por montera, era un Abril del los ochenta en el que juramos amarnos por siempre, yo apenas tenia 18 años, creí que me comería al mundo, pero ahora es otro Abril, yo pinto canas, estoy de buen ver , pero mis carnes han cedido, mi papada esta nutridita, me pesa el tiempo y la incerteza, me doy ánimos, y decido conocer el Madrid, que me acogió en ese tiempo , los ochenta ¡que años locos!, fue duro al comienzo, me sentía la más sudaca que todas , recién casada con un castizo adorable, culto y guapo. La mañana era hermosa , el sol calentaba, la primavera estaba muy adentrada, me detengo en el Embassy a tomar un buen café , quizá para darme ánimos, y decido ir a la Cuesta de Claudio Moyano, en ese lugar me siento arropada por todos esos chiringuitos llenos de libros que han tenido dueños… felices, desgraciados, angustiados, o quizá perdidos en una ciudad tan magnífica como es Madrid, tras cada libro que ojeo , siento la compañía de su antiguo dueño, me asaltan mil preguntas, ¿porque lo habrá abandonado?, quizá lo extravio en el autobús , camino a casa agobiado por quien sabe que, o loco de felicidad en un acto de locura lo tiro por la ventana….
Ese día en especial, sentí el hastío y la pesada soledad de los domingos por la mañana, no he logrado tener un mundo propio desde que me divorcie, quede desnuda, sin referente , no porque Alberto fuera mi centro ni muchísimo menos, lo dejamos porque nos habíamos hecho tan amigos que no funcionábamos como pareja, no había diván que sostuviera nuestro matrimonio, pero habían pasado 25 años en torno a una casa , a unos hijos, a una historia, todos me veían como parte de ese paquete, quizá yo misma lo hacía, ahora que aún soy joven siento que estoy absolutamente huérfana, mis hijos todos en lo suyo viviendo con su padre, adultos, universitarios con sus propias vidas, apenas si se dan cuenta de lo que me pasa, o quizá se den cuenta pero no es su tema, lógico…., no he logrado hacer amistades profundas, mi vida se ha vuelto monótona , me he refugiado en lo profesional, pero sin lugar a dudas extraño el día a día con un compañero, la bandeja con la cena, los comentarios del cotidiano, ver una película en el hombro de alguien, la seguridad y el respaldo del afecto han desaparecido, aquí estoy , caminando por la vida sin tener muy claro como recomponer estos retazos.
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