Aquel no fue un encuentro premeditado. Simplemente fue el destino o quizá tu hermana que te vio la ansiedad porque se fuera en los ojos y decidió simplificarte el trabajo.
Me llamaste para decirme que estabas solo y aburrido, y que no querías molestarme pero necesitabas hablarme. Yo en broma me ofrecí a ir y no pasaron ni diez minutos cuando terminamos de arreglar un encuentro.
Estaba nerviosa. Mucho más que hacía varios años atrás, cuando en una cama helada y con un enamoramiento adolescente, había tenido sexo por primera vez.
Estaba ansiosa. La hora en ese colectivo lleno de gente fue interminable. Te quería ver. Quería estar con vos. Te deseaba más que nunca.
Iba a ser nuestra primera vez.
Vos te debías estar preparando, quizá un poco más nervioso que yo, porque para vos sí era la primera de tu vida. Tantos años esperando ese momento, ese acto casi ceremonial que te convertiría en hombre, al menos ante el espejo y ante tus amigos. Y sí, estabas nervioso. Tenías miedo de no responder como debías, de no saber qué hacer o que a mi me pareciera insuficiente.
No fue necesario más que cerrar la puerta para que la lluvia de besos y caricias contenidas se desataran al instante. Tenías tantas ganas como yo. Y tenías tanto miedo como yo. Pero no se sintió.
Tu cuarto se convirtió para mi en un refugio de mis problemas y tus besos, mi droga favorita desde hacía rato, ese día llegaron al máximo de adicción.
Cada instante de ese encuentro estuvo recubierto por una ola de ternura y amor que lo hizo tan perfecto como debía ser. Y qué importaba si lo habías hecho bien o no. Para mí eras el mejor. Ya irías aprendiendo, la experiencia enseña y a partir de ese momento, tendríamos muchas tardes para hacer físico ese amor que nos quemaba por dentro.
Me abrazaste, me dijiste tantas cosas lindas... Escuchamos música y nos dijimos tantos "Te amo" que no los podría ni contar. Era el momento más especial de nuestra historia, el punto más lindo del cuento, en donde los cuerpos se encuentran y se conoce el alma.
Yo estaba contenta. Eufórica, feliz. Quizá no tenía explicación alguna, vos pensabas que eras UNO MÁS en mi lista de amores y tardes de sexo, pero para mi eras especial: Ahora finalmente podía decir que había hecho el amor.
No habrás sido el primer hombre que me tuvo en sus brazos pero sabés desde ese instante que fuiste el que me hizo mujer.
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