Me siento frente a la ventana como cada tarde esperando. Veo a la gente pasar, busco tu rostro y creo encontrarlo mil veces aunque en el fondo se que no es así. La lluvia comienza a caer, he puesto la mesa para dos no se porque. El silbido de la cafetera me hace olvidarte por un instante. Preparo café como si esperase tu llegada en cualquier momento. Me siento y veo tu silla vacía. Todo esta como lo dejaste, la casa los muebles y yo como si el tiempo se hubiese detenido tras la puerta que cerraste. Aun puedo verte con tu overall añil y tu sonrisa infantil mirándome desde la cocina con ese aire de querer cambiar el mundo.
Sonrío o al menos creo que sonrío, hace tanto que no me miro en los ojos de alguien que creo que la mueca hecha podría confundirse con sonrisa. Las rosas del florero están marchitas tan secas como yo desde tu partida. Son las seis esa es la hora que marca el reloj en este espacio de tiempo detenido. Puertas adentro el tiempo no corre y te espero deseando salir de la prisión, de estas cuatro paredes que me separan de ti.
Aun tengo entre mis manos el papel ahora amarillento que me anuncio tu partida.
Me siento frente a la ventana y veo la lluvia caer con la vida pasando bajo ella. Bebo de la taza y te siento a mi lado como cuando nos sentábamos frente a esta misma ventana a conversar de cualquier cosa como cuando me refugiaba en tus brazos. Aprieto más fuerte el papel ahora manchado de rojo. La última luz del día se ha escapado y la habitación se inunda de oscuridad, sigue lloviendo y ha dejado de pasar la gente, el mundo se ha detenido.
La sangre sigue fluyendo por mi mano y ha tornado rojo el papel solo entonces lo suelto.
Me quedo aquí frente a la ventana esperando…