El pez en la pecera nadaba. Era un pez idiota como todos los peces fuera del mar. Yo lo veía ir y venir. Casi como la gente, chocando las paredes. Ignoraba que habría al otro lado del cristal. Supuse que mi rostro, aumentado por el cristal, seria para el como ver un Dios. Es un pobre pez alienado. En un mundo transparente y cíclico. Yo tal vez... estoy peor que el. Vi ambos lados de la pecera. Pobre de mí... sólo un Dios bobo inconsciente en la mesa.
Texto agregado el 29-03-2005, y leído por 129 visitantes. (1 voto)